Los 10 pasos hacia el bienestar

1- Deja ir a personas que sólo llegan para compartir quejas, problemas, historias desastrosas, miedo y juicio de los demás. Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente.

2- Paga tus cuentas a tiempo. Al mismo tiempo cobra a quién te debe o elige dejarlo ir, si ya es imposible cobrarle. Las deudas no caducan con el tiempo, aunque la ley te proteja; sé responsable, es mejor hacer un plazo de céntimo a céntimo, que perder tu preciada energía y tu palabra.

3- Cumple tus promesas. Si no has cumplido, pregúntate por qué tienes resistencia. Siempre tienes derecho a cambiar de opinión, a disculparte, a compensar, a renegociar y a ofrecer otra alternativa hacia una promesa no cumplida; aunque no como costumbre. La forma más fácil de evitar el no cumplir con algo que no quieres hacer, es decir NO desde el principio.

4- Elimina en lo posible y delega aquellas tareas que no prefieres hacer y dedica tu tiempo a hacer las que sí disfrutas. Aunque no debes de huir de responsabilidades y no todo el tiempo es factible, muchas veces por puro control o por no darnos el permiso, seguimos perdiendo tiempo en nimiedades y abandonando lo verdaderamente significante en nuestras vidas.

5- Date permiso para descansar si estás en un momento que lo necesitas y date permiso para actuar si estás en un momento de oportunidad. La naturaleza, tiene ritmos y tu vida también. No actuar en el momento erróneo te quita energía y no parar cuando lo necesitas, también.

6- Tira, recoge y organiza, nada te toma más energía que un espacio desordenado y lleno de cosas del pasado que ya no necesitas. Uno por uno, toma cada papel, cada recuerdo y hasta cada sueño y elige.

7- Da prioridad a tu salud, sin la maquinaria de tu cuerpo trabajando al máximo, no puedes hacer mucho. Toma sol por las tardes, medita, respira, báñate en el mar, haz ejercicio en la naturaleza, escucha tu cuerpo y elimina las toxinas. Haz una cita médica y mira si te faltan minerales o vitaminas. Aliméntate con comidas orgánicas (sin pesticidas) y frescas; trabaja en la prevención para evitar la crisis de una enfermedad (un aviso un cuerpo sin energía).

8- Enfrenta las situaciones tóxicas que estás tolerando, desde rescatar a un amigo o a un familiar, hasta tolerar acciones negativas de una pareja; y toma la acción necesaria. Resignarte a una situación y sentirte que no tienes control, sólo conseguirá drenarte.

9- Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear contra una situación que no puedes cambiar. Entregar a Dios, siempre puedes elegir tu camino y fluir sin apegos hasta llegar a tu orilla a salvo.

10-Perdona, deja ir una situación que te esté causando dolor, siempre puedes elegir dejar el dolor del recuerdo.

Estar conectados a Dios y su amor es la fuente más grande de energía, mientras que los miedos, el rencor y la ira son los bloqueadores más frecuentes. Enfócate en el presente, vivir en el pasado o vivir en el futuro, solo te drenan del presente.
Recuerda que tienes una fortuna, Dios te regaló una cuenta con latidos de vida, úsalos con conciencia, no los desperdicies y serás feliz, latido por latido.

La mente, el pensamiento y la felicidad

«Todos los cambios son difíciles porque requieren un esfuerzo, un pequeño dolor. Pero la elección está entre este pequeño dolor o el gran dolor de seguir presos de nuestros errores, bloqueos y sufrimiento, y repetirlos a perpetuidad».

¿De qué hablamos cuando hablamos de la mente?

En occidente se tiende a identificar la mente y el pensamiento, pero no son lo mismo. La mayor parte del tiempo nos dejamos llevar por el pensamiento, reflexionando sobre las cosas, en una reflexión que, generalmente, nos aleja del silencio, la paz, la claridad, que es realmente la naturaleza de la mente.

La felicidad es precisamente no pensamiento. En cualquier momento de felicidad que tengas, observarás que no hay pensamientos. Sin embargo, siempre estamos buscando la felicidad a través del pensamiento; buscando razones, técnicas o estrategias para ser feliz. Cuando, en realidad, para ser feliz sólo necesitas acallar el pensamiento y abrirte.

Sin embargo, aunque en la felicidad no haya pensamiento, ¿el pensamiento sí puede ser una forma de empezar a acercarnos a la felicidad, de comenzar su búsqueda? Un pensamiento adecuado puede ayudarte al principio, aunque sea para destruir con argumentos nuevos los viejos pensamientos que te impiden ser feliz. Pero seguir pensando, sumar pensamientos, no te va a hacer más feliz, sino que puede ir sumando capas que cubren y esconden la felicidad que ya tienes dentro. Puedes usar el pensamiento, al principio, para acabar fuera del pensamiento.

¿Es complicada nuestra mente o son nuestros hábitos de pensamiento los que la hacen complicada?

Nuestra mente no es complicada. Lo que son complicados son nuestros pensamientos. El pensamiento puede ser muy útil, pero nos ciega, nos dejamos arrastrar por él. Comprendes las cosas, las ves, no necesitas más, pero sigues pensando aunque no lo necesites. Y lo complicas todo.

¿Cuáles son los principales enemigos de la mente, para conseguir la felicidad?

Básicamente, la ignorancia. Especialmente, esa ignorancia de no saber que no sabes. Creer que sabes todo lo que hay que saber, te hace mantenerte en tu postura y repetir errores. Repetir situaciones que te conducen a la infelicidad. Actitudes dirigidas por el miedo, el enfado, el apego, la confusión…

¿Cómo afrontar la ignorancia?

El primer paso es reconocerla. Decir: no sé nada. Eso te mantiene abierto a aprender. Lo que pasa es que mucha gente no puede aceptar esa incertidumbre, necesita respuestas rápidas, ya, y si no, se llenan de ansiedad, y para evitarlo se inventan las respuestas. Cualquier respuesta que les funcione durante un tiempo. Pero eso les sigue manteniendo en la ignorancia y en la repetición de errores y, por lo tanto, en el sufrimiento. Lo mejor que puedes hacer es aceptar que no sabes y que no necesitas saberlo todo para ser feliz.

¿Cómo afrontar el miedo?

El miedo aparece precisamente por la ignorancia y porque no la aceptamos. Nos aterra lo que no sabemos. Por eso, el mejor antídoto del miedo es la aceptación. El miedo es resistencia a lo desconocido y a veces, resistencia a lo conocido también. La mejor forma de afrontarlo es la aceptación.

¿Cómo afrontar el enfado?

La mejor medicina contra el enfado es el amor. Cuando una persona está enfadada con alguien, todo en esa persona lo ve mal, feo, criticable. Y por extensión, se enfada con el mundo, que es feo y criticable también. Entonces hay que practicar el amor; meditar en el amor y practicarlo.

Pero amar resulta difícil, cuando estás enfadada.

Es cierto, no llegas al amor de repente cuando estás enfadada, porque estás bloqueada. Quieres amar y te encuentras como un grifo que lo abres y no hay agua. Cuando eres presa del enfado, el amor no llega de repente, pero tienes que seguir intentándolo, seguir practicando. Sólo tú puede llegar a sentirlo, nadie te lo va a hacer sentir. Es tu elección.

¿Cómo afrontar el apego?

De la misma manera que el enfado. Con el amor. En castellano decimos «te quiero», y en ese concepto está intrínseco el apego, la propiedad. Sustituye la palabra «amor» por «dar». Cuando digas «yo te amo» piensa en «yo te doy». Practica el dar, más que el controlar, en el amor. Deja a un lado las expectativas y las exigencias. Ama con libertad. A las personas, las cosas, las situaciones que más te gustan en la vida. Entrégate a la experiencia, disfrútala, pero no quieras retenerla.

El mejor antídoto del apego es el amor; y sin embargo, demasiado a menudo cometemos el error de identificarlos y nos convencemos de que cuanto más apego hay (celos, posesión, exclusividad, control, etc.) es mayor el amor. Uno de los más grandes errores.

¿Cuál es la diferencia entre meditar y practicar?

Meditar significa acallar la mente, observar los pensamientos que aparecen, dejarlos pasar, afrontar sin miedo los sentimientos que aparecen, recuperar la calma, instalarse en la claridad. Puedes meditar en quietud o en movimiento. Por otra parte, la práctica consiste en ponerse en acción: practicar el amor, la paciencia, desbloquearse, lo que sea. A través de ejercicios y, finalmente, en la vida cotidiana. La meditación es una buena preparación para la práctica.

¿Cómo organizarse cuando tenemos la sensación de que «no tenemos tiempo»?

Claro que tienes tiempo. Desde que te levantas hasta que te acuestas tienes tiempo; otra cosa es en qué lo utilizas. La realidad es que creemos que tenemos demasiado tiempo y por eso lo desaprovechamos o lo llenamos de cosas que nos complican la vida. Hay que hacer un esfuerzo para cambiar los hábitos. Por ejemplo: hablamos mucho, sin parar, todo el día. En cuanto encontramos a una persona, hablamos. Pero hablamos sin sentido. Puedes estar hablando durante 6 horas al día sin haber dicho casi nada útil, hablar por hablar. Y con una hora de hablar con consciencia podría ser suficiente, y dedicar el resto a otra cosa. Y está claro que dedicamos mucho tiempo del día a hacer cosas que no son imprescindibles y ni siquiera nos gustan mucho, y las usamos como distracciones o como formas de «llenar el tiempo», «matar el tiempo». Pero, piénsalo bien, «matar el tiempo» es matar tu propia vida. Claro que tienes tiempo, pero a lo mejor hay que cambiar la forma en que usas el tiempo.

¿Cómo afrontar la confusión y la ignorancia?

Cuando te sientas demasiado confusa, deja de pensar, porque pensar en exceso te lleva a más confusión. Párate un rato, abandona el tema y dedícate a otra cosa que no requiera más pensamiento. Al igual que cuando está cansado tu cuerpo le permites descansar, deja descansar tu mente. ¿Cómo? Muévete, haz ejercicios físicos, estira tu cuerpo, salta, sal a correr… Y luego, retoma el tema otra vez. Lo más difícil es dejar de pensar cuando te sientes arrastrada por una obsesión. Pero hay que parar, y volver a empezar más tarde, más fresca.

Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. ¿Por qué nos enfrentamos tantas veces al mismo problema (celos, exigencias, perfeccionismo, etc.) aun cuando lo vemos venir? ¿Forma parte de la naturaleza humana o es que no aprendemos? Y si es así, ¿por qué no aprendemos?

Todos los cambios son difíciles, requieren un esfuerzo, un pequeño dolor. Pero la elección está entre un pequeño dolor (el cambio) o un gran dolor (seguir presos de nuestros errores, bloqueos, sufrimiento, y repetirlos a perpetuidad). Cada vez que tengas un problema, cuando lo veas venir, míralo y pregúntate: ¿puedo controlarlo o no? Si está en tus manos, lo resuelves, y si no, lo aceptas. Una vez que aceptas la situación, ya no repetirás el problema a nivel mental; es decir: ya no lo vivirás más con ansiedad, miedo, rechazo, enfado, etc.

Por una parte, queremos simplificar nuestra vida y conseguir un estado de armonía tranquila. Por otra parte, social y culturalmente (en el cine, en la literatura, en los mitos sociales) se nos presentan como mucho más interesantes los personajes más complicados, con tormentas emocionales. Esto resulta una gran contradicción a la hora de educar a nuestros jóvenes, o de autoeducarnos.

¿Cómo transmites la importancia de ser buenas personas, sencillas y amables cuando el mensaje mediático es que «los chicos malos heredarán la tierra»?

Con el ejemplo. Si eres una persona feliz, probablemente intentarán repetir tus pautas de vida, antes o después. Quizás no durante la adolescencia, porque se perderán y se encontrarán mil veces en su propia búsqueda, pero sí más adelante.

Pero, finalmente, cada cual toma sus propias opciones y eso no depende de ti: pueden elegir el camino del amor y la felicidad o el de los torbellinos emocionales y seguir sufriendo. Déjales. En ese caso, quizás lo que necesitan es sufrir mucho más, hasta el límite, hasta que no lo soporten más. Hay personas que sólo entonces reaccionan y aprenden a amar a los demás: por necesidad de supervivencia. Otras personas eligen la vía del amor por puro cansancio de sufrir, por puro aburrimiento. Entonces descubren que el amor hace la vida más intensa, alegre y gratificante.

Tulku Lama Lobsang

Vive este momento

No sé cuántas veces habremos oído decir: “La vida es un regalo”.
Y sin embargo, en todo lo que hacemos, en todo lo que ocurre, no siempre lo vemos de esa manera.
Oímos que la vida es valiosa. Pero en la rutina diaria de ver gente, gente, gente por todas partes; en la rutina diaria, mientras intentamos salir adelante… quizá se nos olvida.
Y cada mañana tiene que sonar la alarma para despertarnos. Y cada mañana, vamos pensando, mientras pasamos por la rutina diaria, pensamos en lo que va a ocurrir.

Sabemos lo que queremos que ocurra. Sabemos que “tengo que ir a la parada del autobús”, o “tengo que subirme al coche”. “Debo ir a la oficina”, “debo ir a la tienda”, “debo ir…”.
Y todos esos “deberes” que colocamos por delante de nuestra existencia.

La existencia es un río… y va pasando.
Y algunos tratan de remar con las manos, diciendo: “Más rápido, tengo que ir más rápido…”.
¿Por qué quieres acelerar? ¿No sabes lo que te espera al final de esta visita? Es evidente.
Pero algunos quieren acelerar, y el tiempo no les deja.

El tiempo es algo maravilloso.
Pasa muy rápido, pasa muy lento, pero no te deja ir más rápido o más lento que él.
Estás atrapado, atrapado en esta barquita que va navegando…
No va a ir más rápido de lo que debe, ni tampoco irá más despacio. Va realizando su travesía.
El destino de este viaje no está al final. El destino es ahora. El destino está dentro.
El propósito de este viaje no es ir del punto “A” al punto “B”, sino disfrutar de cada fracción de instante entre esos dos puntos.

La sencilla inocencia de la vida. Despertarse por la mañana y estar feliz, sin ninguna razón en absoluto. Eso es simple inocencia.
Estar vivo, y estar contento de estar vivo.
Estar consciente, consciente del disfrute.
Estar consciente del “ahora”.
Es entonces cuando el viaje empieza a ser hermoso.
Es entonces cuando empiezas a comprender lo que es la sencillez.
Es entonces cuando empiezas a comprender que esto de verdad es un regalo. ¡Un regalo!

Vive este momento, cada momento, de la forma más consciente que puedas. Y disfrútalo. Lo esencial es disfrutarlo.

Prem Rawat

Las razones de tu sufrimiento

Querer controlarlo todo.
Desear que las cosas sean como tú quieres.
Aferrarse a lo que no puede ser.
Desear que el pasado sea diferente.
Querer que otros sean como tú quieres que sea.
No aceptarte tal como eres en cada momento.
En resumen, vivir en tu mente y perderte del presente.

– Osho –

Hace 2500 años el Buda, al observar que por ser cuerpos y mentes sintientes perecederos, todos sufrimos porque nos duele nacer, enfermarnos, envejecer y morir, se preguntó porqué el ser humano desea vivir.
A estos sufrimientos de causa corporal le debemos agregar una lista interminable, porque las condiciones humanas muchas veces son intolerables, o porque vivimos luchando por conseguir nuestros objetivos egocéntricos y la realidad no satisface nuestros deseos.

En su búsqueda de una liberación del sufrimiento para la humanidad, el Buda descubrió cuál era el error perceptivo e ideológico fundamental que motiva el modo de pensar, de sentir y de actuar del ser humano, que desde un tiempo inmemorial resulta indefectiblemente en daño y padecimiento para sí mismo y los demás.

La equivocación básica es ver y creer que la realidad es «material», personas y objetos separados entre sí. Todo lo que llamamos «existente» lo vemos así. Creemos también que lo que separa las cosas es espacio vacío, «diferente» de lo material. Y que «lo espiritual» no es espacio ni materia, sino un «tercer factor», un poder externo y superior, en el que tenemos que creer ciegamente pues es imposible de conocer directamente.

Esta visión nos motiva el miedo a morir, a las pérdidas y a la soledad, es la raíz de la tristeza y la insatisfacción, nos hace esclavos de cosas materiales, indiferentes a todo lo que no es «yo» o «mío», indolentes al sufrimiento ajeno y somos éticos por temor al castigo divino.

El sufrimiento es una experiencia personal. El de causa concreta o física, o el de causa mental-emocional, es sufrimiento si es una experiencia mental-sintiente. Sin mente que percibe, no se sufre.
Si creemos que somos exclusivamente seres separados y nos centramos en existir y desear siempre lo mejor para nosotros y sin cambios, el sufrimiento se presentará siempre en nuestras vidas, porque todo cambia y nada permanece. Inevitablemente sufriremos enfermedad, envejecimiento y muerte.
Aunque logremos algunos objetivos deseados (amor, bienes, éxito, hijos), no es posible retenerlos, son perecederos. Además también cambian nuestros sentimientos por las «adquisiciones»: muchas hoy las queremos, mañana no.

Sumado a esta «realidad inevitable», al creernos totalmente seres separados, cada uno de nosotros se identifica con ser el sujeto central, en forma egoísta nos importa sólo «lo mío y los míos». Miramos todo lo demás localizándolo afuera, seguimos los dictados de nuestros deseos ego-céntricos y separados de los otros seres sintientes, del entorno, de la naturaleza; somos indolentes al padecer ajeno y realizamos acciones que son equivocadas, hacen daño y resultan siempre en sufrimiento para nosotros y/o los demás.

Sin entender, percibir y vivir desde una visión de pertenencia a una totalidad indivisa, integrando y amando todo, uno y los demás, sensibles a los efectos de nuestros sentimientos y acciones en nosotros y los otros, y todos los tiempos (pasado, presente y futuro), no hay salida para el sufrimiento humano.

Desarrollo de la conciencia

Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor u odio, son proyecciones de tu mundo interior . Lo que más odias es lo que más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees estará automáticamente allí; lo que más te disgusta desaparecerá.

Algunas sugerencias para favorecer el desarrollo de la conciencia:

1. Escucha la sabiduría de tu cuerpo, que se expresa por señales de comodidad e incomodidad. Cuando elijas cierta conducta, pregunta a tu cuerpo que siente al respecto. Si tu cuerpo envía una señal de inquietud física o emocional, ten cuidado. Si tu cuerpo envía una señal de comodidad y anhelo, procede.

2. Vive en el presente, que es el único momento que tienes. Mantén tu atención en lo que existe aquí y ahora; busca la plenitud en todo momento. Acepta lo que viene a ti total y completamente para que puedas apreciarlo y aprender de ello; luego déjalo pasar. El presente es como debe ser. Refleja infinitas leyes de la Naturaleza que te han traído hasta este pensamiento exacto, esta reacción física precisa. Este momento es como es porque el Universo es como es. No luches contra el infinito esquema de las cosas; por el contrario, sé uno con él.

3. Dedica tiempo al silencio, a meditar, a acallar el diálogo interior. En momentos de silencio, cobra conciencia de que estás recontactándote con tu fuente de conciencia pura. Presta atención a tu vida interior para que puedas guiarte por tu intuición, antes que por interpretaciones impuestas desde fuera sobre lo que conviene o no te conviene.

4. Renuncia a tu necesidad de aprobación externa. Sólo tú eres el juez de tu valer; tu meta es descubrir el infinito valor de ti mismo, sin dar importancia a lo que piensen los demás. Al comprender esto se logra una gran libertad.

5. Cuando te descubras reaccionando con enojo u oposición ante cualquier persona o circunstancia, recuerda que sólo estás luchando contigo mismo.Presentar resistencia es la reacción de las defensas creadas por viejos sufrimientos. Cuando renuncies a ese enojo te curarás y cooperarás con el flujo del universo.

6. Recuerda que el mundo de allí fuera refleja tu realidad de aquí dentro. Las personas ante las cuales tu reacción es más fuerte, sea de amor u odio, son proyecciones de tu mundo interior . Lo que más odias es lo que más niegas en ti mismo. Lo que más amas es lo que más deseas dentro de ti. Usa el espejo de las relaciones para guiar tu evolución. El objetivo es un total conocimiento de uno mismo. Cuando lo consigas, lo que más desees estará automáticamente allí; lo que más te disgusta desaparecerá.

7. Libérate de la carga de los juicios. Al juzgar impones el bien y el mal a situaciones que simplemente son. Todo se puede entender y perdonar, pero cuando juzgas te apartas de la comprensión y anulas el proceso de aprender a amar. Al juzgar a otros reflejas tu falta de autoaceptación. Recuerda que cada persona a la que perdones aumenta tu amor a ti mismo.

8. No contamines tu cuerpo con toxinas, ya sea por la comida, la bebida o por emociones tóxicas. Tu cuerpo no es sólo un sistema de mantenimiento de la vida. Es el vehículo que te llevará en el viaje de tu evolución. La salud de cada célula contribuye directamente a tu estado de bienestar, porque cada célula es un punto de conciencia dentro del campo de la conciencia que eres tú.

9. Reemplaza la conducta que motiva el miedo por la conducta que motiva el amor. El miedo es un producto de la memoria, que mora en el pasado. Al recordar lo que nos hizo sufrir antes, dedicamos nuestras energías a asegurarnos de que el antiguo sufrimiento no se repita. Pero tratar de imponer el pasado al presente jamás acabará con la amenaza del sufrimiento. Eso sólo ocurre cuando encuentras la seguridad de tu propio ser, que es amor. Motivado por la verdad interior, puedes enfrentarte a cualquier amenaza, porque tu fuerza interior es invulnerable al miedo.

10. Comprende que el mundo físico es sólo el espejo de una inteligencia más profunda. La inteligencia es la organizadora invisible de toda la materia y toda la energía; como una parte de esta inteligencia reside en ti, participas del poder organizador del cosmos. Como estás inseparablemente vinculado con el todo, no puedes permitirte el contaminar el aire y el agua del planeta. Pero en un plano más profundo, no puedes permitirte el vivir con una mente tóxica, porque cada pensamiento crea una impresión en el campo total de la inteligencia. Vivir en equilibrio y pureza es el más elevado bien para ti y para la Tierra.

Dueños de la felicidad

¿Por qué es tan dificil la felicidad? Porque la esperamos.

Observaos y veréis: esperáis encontrar el gran amor, esperáis encontrar el éxito, esperáis la fortuna, la gloria, y si no vienen, os sentís desgraciados. Algunos incluso van a consultar a clarividentes, a astrólogos que les dicen: «Pues si, el amor vendrá, el éxito llegará. Dentro de seis meses, de un año, cuando tenga lugar determinado tránsito de planetas, o tal conjunción, ya veréis, todo cambiará». Y de este modo, se tranquilizan, recobran la esperanza y siguen aguardando.

Pues bien, la felicidad no es algo que dependa del exterior. La felicidad es un estado de conciencia que depende de nuestra correcta comprensión de las cosas. No hay que imaginarse que hemos venido a la tierra para vivir rodeados de facilidades, de placeres, y en la abundancia.

Hemos venido a la tierra para aprender y para perfeccionarnos. Pero, ¿cómo perfeccionarnos sin tener cada día nuevos problemas que resolver? Es necesario que esto quede bien claro: la tierra es una escuela y, como en todas las escuelas, tan sólo aquellos que aprenden y progresan pueden ser felices. Así pues, no esperéis que la felicidad os llegue del exterior bajo la forma de encuentros o de condiciones favorables. La felicidad real, definitiva, sólo puede venir de nosotros mismos, de nuestra manera de considerar las cosas.

Haced una comprobación: interrogad a las personas que poseen algunas de las ventajas materiales con las que vosotros tanto soñáis, y os confesarán que no son tan felices. Y si lo son, se debe a que ya poseen en su corazón y en su alma, elementos que les permiten apreciar su situación, y por lo tanto se sentirían igualmente felices en situaciones no tan envidiables. Por otra parte, muchas veces hemos podido constatar que no todos aquellos que se encuentran en una misma situación, reaccionan de la misma forma.

Tomemos un ejemplo totalmente banal de la vida cotidiana: un embotellamiento. Observad la reacción de los automovilistas: uno se pone nervioso, toca el claxon e injuria a sus vecinos; otro, lee el periódico o escucha la radio; otro, charla con su acompañante, o la abraza si es su amada.

Por último, otro -aunque mucho más raro- aprovecha este momento de espera para relajarse, armonizarse, concentrarse en sí mismo, unirse al Cielo y proyectar su amor y su luz a todos los seres de la tierra.

Lo mismo ocurre en la mayoría de las circunstancias de la vida. Es, pues, en nuestra cabeza donde hay que hacer los reajustes… Nuestro pensamiento es el que actúa sobre nuestros estados de conciencia. Con un buen razonamiento, con una buena filosofia, podemos llegar a ser los dueños de nuestra felicidad. Y así, mientras los demás se enfadan, consumen y corrompen a cuantos están a su alrededor, vosotros, por el contrario, os fortalecéis, os enriquecéis y gracias a vuestras experiencias podréis después ayudar a los que os rodean con vuestros consejos, con vuestra actitud, con vuestra irradiación, e incluso, a veces, con vuestra sola presencia: con la fuerza, la luz y la paz que emanarán de vosotros.

Que quede pues muy claro: no esperéis pasivamente que la felicidad os llegue del exterior.

Por el contrario, sois vosotros los que debéis actuar y aplicar los métodos que os permitirán transformar las penas en alegrías, los fracasos en éxitos.

-Omraam Mikhaël Aïvanhov – «EL DEBER de SER FELIZ»

El poder interior

Mientras más conectes con el Poder que hay dentro de ti, más libre estarás
en todos los ámbitos de tu vida.

¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Qué creencias tenemos sobre la vida? Durante miles de años, encontrar las respuestas a estos interrogantes nos ha exigido «volvernos hacia dentro». Pero, ¿qué significa eso?

Yo creo que hay un Poder en el interior de cada uno de nosotros capaz de orientarnos amorosamente hacia la salud perfecta, las relaciones perfectas, la profesión perfecta, y que nos puede ofrecer prosperidad de todo tipo. Para obtener estas cosas, primero tenemos que creer que son posibles.

El segundo paso es estar dispuestos a «aflojar» las pautas o hábitos que nos crean situaciones que decimos que no deseamos. ¿Cómo? Entrando dentro de nosotros y llamando a nuestro Poder Interior, que sabe lo que nos conviene. Si estamos dispuestos a volvernos hacia ese Poder que llevamos dentro, que nos ama y nos sustenta, lograremos que nuestra vida sea próspéra y esté llena de amor.

Pienso que nuestra mente está conectada con la Mente Única e Infinita; por lo tanto, todo el conocimiento y toda la sabiduría están siempre a nuestra disposición. Estamos conectados a esta Mente Infinita, a este Poder Universal que nos ha creado, por medio de una chispa de luz que hay dentro de nosotros: nuestro Yo Superior o Poder interior.

El Poder Universal ama a todas sus creaciones. Su objetivo es el bien y, lo dirige todo en nuestra vida. No sabe odiar ni mentir ni castigar. Es puro amor, libertad, entendimiento y comprensión. Es importante que nos volvamos hacia nuestro Yo Superior porque por medio de él recibimos nuestro bien.

Es preciso que comprendamos que podemos emplear este Poder de cualquier forma. Si elegimos vivir en el pasado y recordar continuamente todas las situaciones y circunstancias negativas que hemos experimentado, entonces nos estancaremos. Si tomamos la decisión consciente de no ser víctimas del pasado y de emprender la tarea de crearnos una vida nueva, contaremos con el apoyo de este Poder interior y empezaremos a tener experiencias nuevas y más felices.

Yo no creo que existan dos poderes. Creo que existe Un Espíritu Infinito. Es demasiado fácil echar la culpa al demonio o a «ellos». En realidad sólo somos nosotros: o empleamos sabiamente el poder que poseemos o lo empleamos equivocadamente. ¿Tenemos al demonio en nuestro corazón? ¿Condenamos a los demás por ser diferentes de nosotros? ¿Qué es lo que escogemos? ¿Responsabilidad o culpa?

– Louise L. Hay –

Riquezas espirituales

El mundo entero desea la paz, la libertad. Podemos incluso decir que mucha gente las desea también para los demás. Pero como muy pocos saben dónde encontrarlas y cómo realizarlas, ocurre que, a pesar de todos estos magníficos deseos, la mayoría se sienten desgraciados y hacen también desgraciados a los demás.

Sólo se puede encontrar la felicidad dando prioridad a la vida interior sobre las adquisiciones exteriores. Por supuesto, muchos dirán que ya lo saben: «El dinero no da la felicidad». Saben que ni los bienes materiales, ni la gloria, dan la felicidad, pero se comportan como si no lo supieran.

Continuamente se preocupan por conseguir una buena situación material. Es por ello por lo que, incluso aunque lo consigan, no serán felices, e incluso harán desgraciados a los demás.

¡Se alborota tanto sobre el éxito material! Mientras se de tanta importancia a quienes triunfan financiera y socialmente, presentándolos por todas partes, en los periódicos, en la radio, en la televisión, se irá alimentando en las personas menos favorecidas, el sentimiento de inferioridad, de insignificancia, lo que necesariamente provocará celos, rencores, odios.

No quiero decir con ello que se deba dejar totalmente de lado el éxito social, no. Pero pienso que si los humanos dieran mayor importancia y aprendiesen a utilizar sus riquezas interiores, la sociedad se comportaría mejor. En primer lugar porque sería más generosa. ¿Cómo es posible pensar que la gente que concentra todos sus esfuerzos en el éxito material pueda ser realmente generosa? Sienten que aquello que tienen no lo poseen verdaderamente, y que están a merced de los acontecimientos o de la mala voluntad de gente más activa y más hábil que ellos; es, pues, normal que vacilen en compartir con otros aquello que tanto temen perder. Y no tan sólo no lo compartirán, sino que harán lo imposible para conservado, aunque para ello deban mostrarse egoístas, despiadados, o crueles. Por el contrario, aquél que ha trabajado para conseguir riquezas espirituales estará siempre dispuesto a beneficiar a los demás; sabe que no tan solo no perderá nada, sino que incluso se enriquecerá ayudándoles.

Los humanos necesitan tener modelos a los que imitar. Cuando ven a alguien que se distingue por su capacidad, por sus éxitos, desean ser como él. Por lo tanto, ¡cuidado!, si vuestra superioridad consiste en tener más dinero, más poder, más gloria, no seréis un buen modelo ya que arrastraréis a la gente hacia un camino que incita siempre a dominar a los demás, a humillarlos, a ponerlos en evidencia.

En cambio, si vuestra superioridad se encuentra en vuestras cualidades espirituales, la bondad, la sabiduría, el control, la nobleza, la generosidad, la pureza, la abnegación… no sólo sentiréis que realmente éstas os pertenecen y os permiten afrontar todas las situaciones dificiles, sino que también ayudaréis a los demás a andar por el buen camino y a encontrar la felicidad. Todo el mundo necesita modelos pero no modelos para alcanzar el éxito material, sino para que les ayuden a tener conciencia de sus verdaderas riquezas, las riquezas del corazón, del alma y del espíritu.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Tulku Lama Lobsang: «Cuando alguien ríe, nos abre su corazón»

Médico tibetano. Viaja por todo el mundo impartiendo sus enseñanzas de medicina, psicología y astrología, y curando con las manos y la mirada

–Cuando un paciente viene a su consulta, ¿cómo descubre cuál es su enfermedad?
–Mirando cómo se mueve, su postura, la forma de mirar. No hace falta que me hable ni me explique qué le pasa. Un doctor de medicina tibetana experimentado, solo con que el paciente se le acerque a unos 10 metros, puede saber qué dolencia sufre.

–Pero también escucha los pulsos.
–Así obtengo la información que necesito de la salud del enfermo. Con la lectura del ritmo de los pulsos se pueden diagnosticar un 95% de las enfermedades, incluso psicológicas. La información que dan es rigurosa como la de un ordenador. Pero leerlos requiere mucha experiencia.

–Y después, ¿cómo cura?
–Con las manos, la mirada, y preparados de plantas y minerales.

–Según la medicina tibetana, ¿cuál es el origen de las enfermedades?
–Nuestra ignorancia.

–Pues perdone la mía, pero, ¿qué entiende usted por ignorancia?
–No saber que no sabes. No ver con claridad. Cuando ves con claridad, no tienes que pensar. Cuando no ves claramente, pones en marcha el pensamiento. Y cuanto más pensamos, más ignorantes somos y más confusión creamos.

–¿Cómo puedo serlo menos?
–Le daré un método muy simple: practicando la compasión. Es la manera más fácil de reducir tus pensamientos. Y el amor. Si quieres a una persona de verdad, es decir, si no la quieres solo para ti, aumenta tu compasión.

–¿Qué problemas ve en Occidente?
–El miedo. El miedo es el asesino del corazón humano.

–¿Por qué?
–Porque con miedo es imposible ser feliz, y hacer felices a los otros.

–¿Cómo afrontar el miedo?
–Con aceptación. El miedo es resistencia a lo desconocido.

–Y como médico, ¿en qué parte del cuerpo ve más problemas?
–En la columna, en la parte baja de la columna: os sentáis demasiado tiempo en la misma postura. Vitalmente, tenéis demasiada rigidez.

–Tenemos muchos problemas.
–Creemos que tenemos muchos problemas, pero en realidad nuestro problema es que no los tenemos.

–¿Qué quiere decir?
–Que nos hemos acostumbrado a un nivel de necesidades básicas cubiertas, de modo que cualquier pequeña contrariedad nos parece un problema. Entonces, activamos la mente y empezamos a darle vueltas y más vueltas sin solucionarlo.

–¿Alguna recomendación?
–Si el problema tiene solución, ya no es un problema. Si no, tampoco.

–¿Y para el estrés?
–Para evitarlo, lo mejor es estar loco.

–¿…?
–Es una broma. No, no tan broma. Me refiero a ser o parecer normal por fuera, y por dentro estar loco: es la mejor manera de vivir.

–¿Qué relación tiene usted con su mente?
–Soy una persona normal, o sea que a menudo pienso. Pero tengo entrenada la mente. Eso quiere decir que no sigo a mis pensamientos. Ellos vienen, pero no afectan ni a mi mente ni a mi corazón.

–Usted se ríe a menudo.
–Cuando alguien ríe, nos abre su corazón. Si no abres tu corazón, es imposible tener sentido del humor. Cuando reímos, todo es claro. Es el lenguaje más poderoso: nos conecta a unos con otros directamente.

–También acaba de editar un cedé de mantras con una base electrónica, para el público occidental.
–La música, los mantras y la energía del cuerpo son lo mismo. Como la risa, la música es un gran canal para conectar con el otro. A través de ella, podemos abrirnos y transformarnos: así la usamos en nuestra tradición.

–¿Qué le gustaría ser de mayor?
–Me gustaría estar preparado para la muerte.

–¿Y nada más?
–El resto no importa. La muerte es lo más importante de la vida. Creo que ya estoy preparado. Pero antes de la muerte, debemos ocuparnos de la vida. Cada momento es único. Si damos sentido a nuestra vida, llegaremos a la muerte con paz interior.

–Aquí vivimos de espaldas a la muerte.
–Mantenéis la muerte en secreto. Hasta que llegará un día de vuestra vida en que ya no será un secreto: no os podréis esconder.

–Y la vida, ¿qué sentido tiene?
–La vida tiene sentido, y no. Depende de quién seas. Si realmente vives tu vida, entonces la vida tiene sentido. Todos tenemos vida, pero no todo el mundo la vive. Todos tenemos derecho a ser felices, pero tenemos que ejercer ese derecho. Si no, la vida no tiene sentido.

Por: GASPAR HERNÁNDEZ

La felicidad

¿De qué sirve cuando estamos sufriendo preguntar ¿Qué es la felicidad? ¿Podemos comprender el sufrimiento? Somos felices cuando no estamos sufriendo, debemos, pues comprender, qué es el sufrimiento. Pero, ¿Podemos comprender qué es el sufrimiento cuando una parte de nuestra mente está escapando en la búsqueda de la felicidad, de una salida para la desdicha?

¿Qué es lo que buscamos la mayoría de nosotros? ¿Qué es lo que deseamos? Especialmente en este mundo inquieto, donde todos tratan de encontrar alguna clase de paz, de felicidad, un refugio. Es importante, sin duda, averiguar qué es lo que intentamos buscar, qué es lo que intentamos descubrir. ¿No es así? Probablemente, la mayoría de nosotros busca una cierta clase de felicidad, cierta clase de paz, un lugar quizás especial y mágico. En un mundo dominado por la confusión, las guerras, las disputas, las luchas, anhelamos un refugio donde pueda haber algo de paz. Creo que eso es lo que desea la mayoría de nosotros. Y así proseguimos la vida, colgando de un hilo nuestra efímera y frágil felicidad.

Ahora bien, lo que buscamos, ¿Es la felicidad, o buscamos alguna clase de satisfacción, comodidad o conformismo? Hay una diferencia entre felicidad y satisfacción. ¿Puede uno buscar la felicidad? Quizá pueda encontrar la satisfacción, pero es obvio que no podrá encontrar la felicidad. Por lo tanto, antes de entregar nuestras mentes y nuestros corazones a algo que exige una gran dosis de seriedad, atención, reflexión, cuidado, debemos descubrir, ¿No es así? ¿Qué es lo que buscamos, si es felicidad o satisfacción y conformismo?.

Muy pocos de nosotros disfrutamos plenamente de algo. Es muy pequeño el júbilo que nos despierta la visión de una puesta de sol, o ver una persona atractiva, o a un pájaro en el vuelo, o un árbol hermoso, o una bella danza. No disfrutamos verdaderamente de nada. Requiere una mente extraordinariamente alerta, que pueda ver ese «yo» que acumula más y más para sí mismo. Un «yo» así, un ser así, jamás podrá comprender este estado de felicidad en el que no existe «uno» que es feliz. Debemos comprender esto tan extraordinario, de lo contrario, la vida se vuelve muy trivial, superficial y mezquina: nacer, aprender unas cuantas cosas, sufrir, engendrar hijos, asumir responsabilidades, ganar dinero, tener un poco de entretenimiento intelectual y después morirse.

¿Podemos buscar, perseguir la felicidad? ¿Es felicidad ser conscientes de que somos felices? En el instante mismo en que somos conscientes de nuestra felicidad dejamos de ser felices, eso ya no es felicidad. La felicidad, de la misma forma que el amor, no son cosas que podamos perseguir, llegan. Pero si las buscamos, nos evadirán.

La mente y el pensamiento jamás pueden encontrar la felicidad. La felicidad no es, como lo es la sensación, una cosa que pueda perseguirse y encontrarse. La sensación podemos encontrarla una y otra vez, porque siempre la perdemos, pero la felicidad no puede ser encontrada. La felicidad que podamos recordar es tan sólo una sensación, una reacción a favor o en contra del presente. Lo que se ha terminado no es la felicidad, la experiencia de felicidad que se ha acabado es sensación, porque el recuerdo es pasado y el pasado es memoria y sensación. La felicidad no es sensación. Podemos recordarla pero no revivirla. La mente, con sus recuerdos y experiencias no puede ser feliz, el reconocimiento mismo impide el vivir el momento presente con toda la plenitud que necesita el ser feliz.

¿Podemos hallar la felicidad por medio de cosas? ¿Qué entendemos por felicidad? Algunos dirán que la felicidad consiste en obtener todo lo que deseamos. Uno desea un coche, lo obtiene y es feliz. Deseamos cosas, el logro, el éxito, llegar a ser virtuosos y si lo conseguimos somos felices y si no las conseguimos somos desdichados. Así, lo que muchos llaman felicidad es obtener lo que desean.

Buscamos la felicidad por medio de cosas, de pensamientos e ideas, a través de la relación. Por lo tanto, se vuelven sumamente importantes las cosas, la relación y las ideas, no la felicidad. Cuando buscamos la felicidad por medio de algo, ese algo adquiere un valor mayor que la felicidad misma. Buscamos la felicidad en la familia, en la propiedad, en el nombre, entonces, la propiedad, la familia, el nombre, adquieren una extrema importancia, ya que la felicidad es buscada a través de un medio; de esa manera, el medio destruye al fin.

¿Cómo puede llegar a nosotros la felicidad? Es el «yo», es el «ego», el que desea y quiere obtener las cosas. Es el «yo» el que disfruta, el que desea más felicidad, el que escudriña, el que busca, el que anhela más felicidad, el que lucha, el que se vuelve cada vez más refinado, el que jamás quiere llegar a su fin. Sólo cuando el «yo», en todas sus sutiles formas, llega a su fin, hay un estado de bienaventuranza que no es posible tratar de adquirir, un éxtasis, un verdadero júbilo libre de todo sufrimiento, de toda corrupción.

Nuestro «yo» sólo es un recuerdo, un conjunto de pensamientos sin realidad objetiva. Cuando la mente trasciende el pensamiento del «yo», del experimentador, del observador, del pensador, puede haber entonces una felicidad incorruptible. Esta felicidad no puede ser permanente, en el sentido con que usamos esa palabra, pues está más allá al tiempo y al espacio. Pero nuestra mente está siempre buscando una felicidad que tenga permanencia, algo que perdure, que continúe. Y ocurre que el deseo mismo de continuidad es corrupción.

Si podemos comprender el proceso de la vida y explorar el río del conocimiento propio, comprenderlos sin condenar, sin decir que es bueno o es malo, entonces surge una felicidad creadora que no es «tuya» ni «mía». Esa felicidad creadora es como la Luz del Sol. Si deseamos conservar la Luz del Sol para nosotros mismos, ese ya no será más el claro y cálido Sol dador de vida. De igual manera, si deseamos la felicidad porque estamos sufriendo, porque hemos perdido a alguien o porque no hemos tenido éxito, entonces eso es tan sólo una reacción. Pero cuando la mente puede ir más allá, encontramos que existe una felicidad que no pertenece a la mente, y que es el verdadero gozo, el auténtico júbilo.

Texto: http://www.proyectopv.org/1-verdad/felicidad.html

Reflexión del Dalai Lama

Un periodista le hizo una entrevista al Dalai Lama.
Al entrar en la habitación le preguntó: ¿Qué es lo que más le sorprende de la humanidad?

A lo que él respondió: Que se aburren de ser niños y quieren crecer rápido, para después desear ser niños otra vez.
Que desperdician la salud para hacer dinero y luego pierden el dinero para recuperar la salud.
Que ansían el futuro y olvidan el presente y así no viven ni el presente ni el futuro.
Que viven como si nunca fuesen a morir y mueren como si nunca hubieran vivido.

Quedé en silencio un rato y le dije:  Pero, ¿cuáles son las lecciones de vida que debemos aprender?

Y con una sonrisa respondió: Que no pueden hacer que nadie los ame, sino dejarse amar, que lo más valioso en la vida no es lo que tenemos, sino a quien tenemos, que una persona rica no es quien tiene más, sino quien necesita menos y que el dinero puede comprar todo menos la felicidad.

QUE EL FÍSICO ATRAE PERO LA PERSONALIDAD ENAMORA.
Que quien NO VALORA lo que tiene, algún día se lamentará por haberlo perdido, y que quien hace mal algún día recibirá su merecido.

Si quieres ser feliz, haz feliz a alguien.
Si quieres recibir, da un poco de ti, rodéate de buenas personas y sé una de ellas.
Recuerda, a veces a quien menos esperas es quien te hará vivir buenas experiencias.
Nunca arruines tu presente por un pasado que no tiene futuro.
Una persona fuerte sabe cómo mantener en orden su vida.
Aún con lágrimas en los ojos, se las arregla para decir con una sonrisa:
«Estoy bien».

Las pruebas de la vida

¿Qué es lo que obliga a los alpinistas a emprender la ascensión hacia las cimas más elevadas y de más dificil acceso?
¿Qué es lo que obliga a los deportistas a nadar, a correr, a conducir cada vez más deprisa?
¿Qué es lo que obliga a los jugadores de ajedrez a reflexionar durante horas enteras antes de mover un peón de su tablero?

Nada. Son ellos mismos los que se imponen estos esfuerzos, estos problemas, estas proezas. Y, ¡qué alegría para ellos, cada vez que consiguen una victoria!
¡Cuántas actividades, juegos y competiciones de todo tipo los humanos han inventado así!

Esto demuestra que en lo más profundo de ellos mismos sienten la necesidad de ir cada vez más lejos, más deprisa, más alto, superarse, sobrepasarse. ¿Por qué no piensan, pues, que deberían aplicar también en la vida cotidiana estas cualidades de resistencia, de destreza o de inteligencia de las que deben dar muestra cuando se trata de juegos o de competiciones? ¿Por qué, entonces, se quejan siempre de que deben esforzarse continuamente?

Muchos de los juegos que se practican actualmente, fueron imaginados hace siglos por Iniciados. Con el tiempo, la mayor parte de estos juegos han sido transformados y actualmente sólo se aprecia el aspecto exterior; su sentido profundo se ha perdido. Para los Iniciados, estos juegos representaban una imagen de la vida, la transposición de los problemas que diariamente cada uno de nosotros debemos resolver, pues se trata de una ley absoluta: bajo una u otra forma, se reproducen los mismos fenómenos en los diferentes planos, fisico, psíquico y espiritual.

Y puesto que los juegos son una imagen de los problemas que encontramos en la vida, ¿por qué no tomamos estos problemas como juegos? En lugar de sentiros agobiados, irritados ante la menor dificultad, decid: «Ahí tengo una nueva ocasión para ejercitarme, veamos cómo podré conseguido». Estudiad bien la clase de prueba que debéis afrontar y desafiaros vosotros mismos.

Por ejemplo: «No dejaré de andar hasta llegar al final… Soportaré pacientemente esta carga… Me liberaré de este obstáculo… Navegaré en este mar embravecido y no me hundiré… Voy a abandonar la región del polvo y de las nubes, para alcanzar la más alta cima en donde respiraré el aire puro y siempre veré el soL.» Sí, podéis provocaros este tipo de retos de vez en cuando en vosotros mismos, como lo hacen los deportistas y veréis cómo soportaréis más fácilmente las pruebas de la vida.

Así pues, debéis comprenderlo bien: la felicidad no consiste en vivir sin pruebas, sin obstáculos, sin sufrimientos. Esto son ilusiones, ¡fantasmagorías! La felicidad consiste en ser capaz de superar las pruebas sin capitular, enriqueciéndose y fortaleciéndose con ello.
Efectivamente, para alcanzar la felicidad, debéis salir victoriosos de vuestras pruebas.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Disolver los conflictos

Todos los seres humanos tenemos dos aspectos que mostrar al mundo:
la cara amable, con todas las cualidades y fortalezas que hemos desarrollado, y el aspecto negativo con todos nuestros defectos, fallas de carácter, e innumerables carencias.

A esto habría que añadir que cuando la parte positiva está muy desarrollada, por lo regular también la sombra es muy poderosa.

La ciencia de la felicidad consiste, en saber alinearse para poder obtener lo mejor que cada ser tiene para dar. Esto se logra solamente cuando somos capaces, de mantener nuestro enfoque, en su lado positivo.

Cuando ocurre lo contrario (percibes reiteradamente sus defectos, no escatimas en la crítica, y rechazas un determinado comportamiento que tú desapruebas) entonces creas la correspondencia exacta para que esa persona descargue en ti toda su negatividad.

Realmente todo depende del lente que tú uses, porque es tu enfoque el que crea las correspondencias.

Tus experiencias siempre responden a una ley cósmica que decreta:
“De lo mismo que tu das, recibes”.

Consideremos por ejemplo el caso de una pareja de enamorados.
Cuando están de novios normalmente los dos se regocijan en las cualidades del otro, y su relación los transporta hasta la cumbre de la felicidad y la armonía. Sin embargo, en el momento en que comienza su convivencia, empiezan a notar los defectos del compañero, y sus atributos positivos fácilmente pasan a segundo plano.

Entonces la polaridad cambia, y se comienza a atraer lo peor que la pareja tiene para dar, naturalmente en detrimento de la felicidad mutua.

Todo conflicto en las relaciones comienza, con el enfoque de la mente, en un aspecto negativo del otro.
La mente juzga, hace su propia interpretación de lo que ve, y luego condena.

Cuando un patrón mental ha sido creado, la energía fluye en la dirección que se le imprime, hasta devolverse y producir un resultado.
En el caso antes citado las consecuencias serán: perder la paz, y atraer cada vez más sufrimiento.

Con el agravante de que, una vez ese patrón mental queda establecido, será más fácil reciclar desdichas, que cambiar las actitudes ya establecidas.

La crítica y el chisme son un paso más adelante en este proceso de crear conflictos. Cuando la palabra hablada se une al pensamiento negativo, quiere decir que la energía de creación, que hemos emitido, llevará más fuerza. Tarde, o temprano el boomerang que hemos lanzado retornará a su dueño, trayendo consigo una carga negativa, que invariablemente producirá roces, disgustos y molestias.

Te preguntas entonces:
¿por qué nadie me quiere?
¿Por qué mis relaciones están llenas de asperezas y solo recojo incomprensión y agresividad de quienes me rodean?

¡Observa tus pensamientos, y tus palabras!
En tu mente tienes la energía para crear tu realidad.
Si escoges pensar lo peor del otro, atraerás lo peor que él, o ella tiene para dar. Si reconoces sus valores, y te enfocas en ellos, ocurrirán dos cosas, ambas favorables:

1) Te sentirás bien contigo mismo y
2) Esa persona estará abierta para compartir contigo sus tesoros internos.

No olvides que hasta el criminal más empedernido, hasta el ser más abominable, posee una chispa de luz en su corazón.

Concéntrate en reconocer esa chispa, y experimentarás en tu mundo la milagrosa transformación que solo el poder del amor sabe brindar.

¿Me atrevo a ser Feliz?

Amigos del alma, se dice que la felicidad está hecha de pequeños momentos. ¿Qué es entonces el resto del tiempo? ¿la infelicidad más terrible? ¿la rutina más agobiante? ¿el sinsentido?

No. No es así. Hay sí, momentos fuertes y elevados de extrema felicidad; el resto del tiempo, que no necesita llegar a esos picos, debe ser de extrema armonía. Los seres evolucionados, los seres divinos que nos acompañan y enseñan en este camino de despertar espiritual, nos reclaman que seamos felices TODO el tiempo. En cualquier circunstancia.

Esa es la única alternativa real: la felicidad es simplemente ser consciente de quién sos. Conciente de tu divinidad. Saberte destinado a la plenitud. Nos merecemos ser felices porque la felicidad es nuestro destino, la felicidad es nuestra naturaleza, la felicidad es nuestra obligación, la felicidad nos llama permanentemente.

Sai Baba dice que el significado interno de la permanente búsqueda de la felicidad reside en que la naturaleza misma del hombre es dicha. Somos encarnaciones de la felicidad. Si un hombre se siente feliz es simplemente porque se trata de su condición natural.
La felicidad siempre estuvo en nosotros y ya es hora de recuperarla.

Pero ahora ¡ya! Espiritualidad práctica, no dentro de diez años.

Basta de hacer un curso durante años para aprender a saludar, años más para aprender a sonreír, años más para atreverse a salir a la calle con la cabeza alta… ¡la vida es aquí y ahora! La vida se te va en un minuto, o en un minuto te la ganás para siempre. Nadie es responsable de tu felicidad o de tu infelicidad, sólo vos sos responsable de lo que pasa en tu vida .

Este es el momento justo.
Atrevete a dar el primer paso. Deja de mirar para afuera y preguntate: ¿Quiero realmente ser feliz?

¿Me atrevo a dar los pasos que conducen a la felicidad?

¿Me atrevo a tomar esa bendita decisión, esa temible decisión, esa jugadísima decisión que es SER FELIZ?

Hasta estos días amigos divinos. Gracias por existir.

Claudio María Domínguez

¿Se puede Ser Feliz?

Cuántas veces nos hacemos esta pregunta sin poder encontrar una respuesta concreta.

Pero antes deberíamos comenzar por definir qué se entiende por Ser Feliz, y escribo Ser en mayúsculas para orientar la definición de la felicidad a un “estado” interior que alcanzamos con la armonía de nuestros cuerpos y fundamentalmente con un despertar de conciencia.

Por lo tanto es importante remarcar: nada que poseamos o dejemos de tener en el “exterior” va a contribuir al estado de felicidad.

Sólo un ejercicio conciente de elegir permanecer en el aquí y ahora dominando nuestros pensamientos, disfrutando lo que hacemos en cada momento, dirigiendo nuestra vida hacia el bien-estar y decidiendo nuestras emociones, nos acompañará a encontrar esa sensación de alegría sin razones aparentes, esa plenitud en el alma que es la felicidad.

Sentir que todo está en su lugar y que vivimos justo lo que necesitamos, sabernos Seres en permanente aprendizaje, por lo cual vamos a equivocarnos para poder cambiar, aceptarnos tal cual somos, nos libera de culpas y creencias que condicionan la manera de ver la vida … ese viejo paradigma de creer que todo es un padecimiento
que “nos tocó en suerte”, una lucha permanente, una carrera sin sentido …

La vida es una maravillosa oportunidad de aprender a Ser Feliz.

Respondiendo a la pregunta de este artículo, no sólo que podemos Ser Feliz, sino que estamos destinados a encontrar este estado, en donde podemos manifestar nuestra esencia “el amor”. De esta manera estaremos contribuyendo al gran cambio de nuestra humanidad.

Seamos concientes que cuando no logramos sentirnos de esta manera, cuando nos negamos a Ser Feliz, es porque nos estamos resistiendo a este estado natural del Ser, entonces ”la vida” se encargará de golpearnos para brindarnos la oportunidad de darnos cuenta, aprender y cambiar.

Fabián Garella
Terapeuta en Inteligencia Emocional
Facilitador de actitudes para Ser Feliz