Regresar

Cuando regresas a tu interior después de un largo caminar, observas que ya nada es igual… buscas tanto afuera que terminas agotado e insatisfecho de encontrar solo pompas de jabón que se disuelven con el aire que les toca, así y todo pasas la vida tratando de encontrar la paz o la felicidad en los demás, tratando de proporcionarte esos momentos para poder decir que eres feliz, mas todo se desploma en un segundo, cuando los otros no son lo que tu creías, y en tu mente les edificaste altares y admiraciones…

Los sujetos del ego se unen y se transforman una y otra vez para que tú comprendas alguna vez que nada esta afuera, por eso lloras y sufres, te atormentas, y pierdes todo lo que dices amar, porque si bien es cierto que amas, lo que mas se hace es querer y con eso retienes, sea como sea, a las personas porque tu propio ego domina y manipula tanto fuera a los demás como dentro, creando estructuras de auto castigo de distintas formas, ya sea auto compasión, remordimientos, dolor, envidias, tormentos, castigos, lamentos, quejas, aburrimiento por todo… es una perdida de fuerza y de energía, te conviertes en tu propio vampiro de energías insanas, y ahí pasa largo tiempo, hasta que logras salir de ese especie de cloaca putrefacta llena de pensamientos negativos, cuando sales dices que estas bien, pero como no has comprendido aun, caes repetidas veces en los mismos espacios vacíos como un plomo y te azotas nuevamente contra el suelo, y esto lo puedes repetir una y otra vez a lo largo de la vida, hasta que llega el momento en que te encuentras a ti mismo…

Recobras la conciencia que no recordabas y que te tenia extraviado, y es ahí en ese momento en que deja de girar la rueda, para que puedas salir y comienzas a contemplar desde el otro lado lo que pasaba aquí, es como cruzar a la otra acera, y desde allí miras donde estabas hasta ahora…

No lamentas haber vivido nada, ya que todo te enseño a comprender hasta este momento cómo se manifiesta la mente de los pensamientos, y desde ese punto ya no te aferras a nada ni a nadie, ya que todo dejaras un día cuando desencarnes, solo aprendes a amar con infinitud a todos porque has  comprendido que todos llegaran al mismo punto, la otra acera, y desde ahí comenzara el nuevo camino que se recorrerá en paz y armonía… sintiendo que la felicidad solo la encuentras dentro de ti, en tu SER y caminas con èL desde que le descubres y sabes que èL te acompañara cuando cruces el umbral y cuando renazcas nuevamente estar ahí, ayudándote a evolucionar y a caminar cada día en esta dimensión y en todas donde te corresponda ir…

Con infinito amor desde el SER…

Sonia Hermosilla

Paracelso: médico, astrólogo y místico

Paracelso, de profesión Medico, llamado también: Bombastro, es uno de los padres de la Medicina, y abanderado de la Homeopatía.- Fue perseguido por ser un MAESTRO ROSACRUZ (Masonería Mística), su inteligencia de nivel superlativo, al parecer, se hallaba por encima de los niveles y coeficientes intelectuales del hombre común.

En sus crónicas hablaba frecuentemente de la masificación del hombre. De los “grandes” males de la “masificación” social, de la creación y alimentación de los “egregores negativos” es decir las acumulaciones energéticas negativas, que en la actualidad ocurren en distintos sitios, por ejemplo: en los estadios de fútbol donde las masas pregonan toda clase de maldiciones y sentencias agresivas y nefastas, que alimentan tales egregores con el consiguiente “peligro” para el desarrollo equilibrado de la humanidad.

1.- Lo primero es mejorar la salud.-
Para ello hay que respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmica, llenando bien los pulmones, al aire libre o asomado a una ventana. Beber diariamente en pequeños sorbos, dos litros de agua, comer muchas frutas,masticar los alimentos del modo más perfecto posible, evitar el alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un tratamiento. Bañarte diariamente, es un habito que debes a tu propia dignidad.

2.- Desterrar absolutamente de tu ánimo, por mas motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir como de la peste de toda ocasión de tratar a personas maldicientes, viciosas, ruines, murmuradoras, indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores por natural bajeza de entendimiento o por tópicos sensualistas que forman la base de sus discursos u ocupaciones. La observancia de esta regla es de importancia decisiva: se trata de cambiar la espiritual contextura de tu alma. Es el único medio de cambiar tu destino, pues este depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3.- Haz todo el bien posible.
Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna persona. Debes cuidar tus propias energías y huir de todo sentimentalismo.

4.- Hay que olvidar toda ofensa, mas aun: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.
Tu alma es un templo que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablara así de pronto, tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestascapas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en si, pero impotente por lo imperfecto del vehículo que le ofreces hoy para manifestarse, la carne flaca.

5.- Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte, siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.
Esto fortifica enérgicamente el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con las buenas influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos a veces luminosas ideas, susceptibles de cambiar toda unaexistencia. Con el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente por una voz interior que te guiara en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia. Ese es el daimon (inspiración espiritual) de que habla Sócrates.

6.- Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.
Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7.- Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el DIA mañana.
Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque hay detrás de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños. Si elevas tu espíritu no habrá mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes temer es a ti mismo. El miedo y desconfianza en el futuro son madres
funestas de todos los fracasos, atraen las malas influencias y con ellas el desastre. Si estudias atentamente a las personas de buena suerte, veras que intuitivamente, observan gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de lasque allegan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan.
Por otra parte, la riqueza no es sinónimo de dicha. Puede ser uno de los factores que aella conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la dicha más duradera solo se consigue por otros caminos; allí donde nunca impera el antiguo Satán de la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo.

Jamás te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la sumisión como de la vanidad. La sumisión te sustraerá fuerzas y la vanidad es tan nociva, que es como si dijéramos: pecado mortal contra el Espíritu Santo.

Hari Bol.- Juan Roldan

Dueños de la felicidad

¿Por qué es tan dificil la felicidad? Porque la esperamos.

Observaos y veréis: esperáis encontrar el gran amor, esperáis encontrar el éxito, esperáis la fortuna, la gloria, y si no vienen, os sentís desgraciados. Algunos incluso van a consultar a clarividentes, a astrólogos que les dicen: «Pues si, el amor vendrá, el éxito llegará. Dentro de seis meses, de un año, cuando tenga lugar determinado tránsito de planetas, o tal conjunción, ya veréis, todo cambiará». Y de este modo, se tranquilizan, recobran la esperanza y siguen aguardando.

Pues bien, la felicidad no es algo que dependa del exterior. La felicidad es un estado de conciencia que depende de nuestra correcta comprensión de las cosas. No hay que imaginarse que hemos venido a la tierra para vivir rodeados de facilidades, de placeres, y en la abundancia.

Hemos venido a la tierra para aprender y para perfeccionarnos. Pero, ¿cómo perfeccionarnos sin tener cada día nuevos problemas que resolver? Es necesario que esto quede bien claro: la tierra es una escuela y, como en todas las escuelas, tan sólo aquellos que aprenden y progresan pueden ser felices. Así pues, no esperéis que la felicidad os llegue del exterior bajo la forma de encuentros o de condiciones favorables. La felicidad real, definitiva, sólo puede venir de nosotros mismos, de nuestra manera de considerar las cosas.

Haced una comprobación: interrogad a las personas que poseen algunas de las ventajas materiales con las que vosotros tanto soñáis, y os confesarán que no son tan felices. Y si lo son, se debe a que ya poseen en su corazón y en su alma, elementos que les permiten apreciar su situación, y por lo tanto se sentirían igualmente felices en situaciones no tan envidiables. Por otra parte, muchas veces hemos podido constatar que no todos aquellos que se encuentran en una misma situación, reaccionan de la misma forma.

Tomemos un ejemplo totalmente banal de la vida cotidiana: un embotellamiento. Observad la reacción de los automovilistas: uno se pone nervioso, toca el claxon e injuria a sus vecinos; otro, lee el periódico o escucha la radio; otro, charla con su acompañante, o la abraza si es su amada.

Por último, otro -aunque mucho más raro- aprovecha este momento de espera para relajarse, armonizarse, concentrarse en sí mismo, unirse al Cielo y proyectar su amor y su luz a todos los seres de la tierra.

Lo mismo ocurre en la mayoría de las circunstancias de la vida. Es, pues, en nuestra cabeza donde hay que hacer los reajustes… Nuestro pensamiento es el que actúa sobre nuestros estados de conciencia. Con un buen razonamiento, con una buena filosofia, podemos llegar a ser los dueños de nuestra felicidad. Y así, mientras los demás se enfadan, consumen y corrompen a cuantos están a su alrededor, vosotros, por el contrario, os fortalecéis, os enriquecéis y gracias a vuestras experiencias podréis después ayudar a los que os rodean con vuestros consejos, con vuestra actitud, con vuestra irradiación, e incluso, a veces, con vuestra sola presencia: con la fuerza, la luz y la paz que emanarán de vosotros.

Que quede pues muy claro: no esperéis pasivamente que la felicidad os llegue del exterior.

Por el contrario, sois vosotros los que debéis actuar y aplicar los métodos que os permitirán transformar las penas en alegrías, los fracasos en éxitos.

-Omraam Mikhaël Aïvanhov – «EL DEBER de SER FELIZ»

Tulku Lama Lobsang: «Cuando alguien ríe, nos abre su corazón»

Médico tibetano. Viaja por todo el mundo impartiendo sus enseñanzas de medicina, psicología y astrología, y curando con las manos y la mirada

–Cuando un paciente viene a su consulta, ¿cómo descubre cuál es su enfermedad?
–Mirando cómo se mueve, su postura, la forma de mirar. No hace falta que me hable ni me explique qué le pasa. Un doctor de medicina tibetana experimentado, solo con que el paciente se le acerque a unos 10 metros, puede saber qué dolencia sufre.

–Pero también escucha los pulsos.
–Así obtengo la información que necesito de la salud del enfermo. Con la lectura del ritmo de los pulsos se pueden diagnosticar un 95% de las enfermedades, incluso psicológicas. La información que dan es rigurosa como la de un ordenador. Pero leerlos requiere mucha experiencia.

–Y después, ¿cómo cura?
–Con las manos, la mirada, y preparados de plantas y minerales.

–Según la medicina tibetana, ¿cuál es el origen de las enfermedades?
–Nuestra ignorancia.

–Pues perdone la mía, pero, ¿qué entiende usted por ignorancia?
–No saber que no sabes. No ver con claridad. Cuando ves con claridad, no tienes que pensar. Cuando no ves claramente, pones en marcha el pensamiento. Y cuanto más pensamos, más ignorantes somos y más confusión creamos.

–¿Cómo puedo serlo menos?
–Le daré un método muy simple: practicando la compasión. Es la manera más fácil de reducir tus pensamientos. Y el amor. Si quieres a una persona de verdad, es decir, si no la quieres solo para ti, aumenta tu compasión.

–¿Qué problemas ve en Occidente?
–El miedo. El miedo es el asesino del corazón humano.

–¿Por qué?
–Porque con miedo es imposible ser feliz, y hacer felices a los otros.

–¿Cómo afrontar el miedo?
–Con aceptación. El miedo es resistencia a lo desconocido.

–Y como médico, ¿en qué parte del cuerpo ve más problemas?
–En la columna, en la parte baja de la columna: os sentáis demasiado tiempo en la misma postura. Vitalmente, tenéis demasiada rigidez.

–Tenemos muchos problemas.
–Creemos que tenemos muchos problemas, pero en realidad nuestro problema es que no los tenemos.

–¿Qué quiere decir?
–Que nos hemos acostumbrado a un nivel de necesidades básicas cubiertas, de modo que cualquier pequeña contrariedad nos parece un problema. Entonces, activamos la mente y empezamos a darle vueltas y más vueltas sin solucionarlo.

–¿Alguna recomendación?
–Si el problema tiene solución, ya no es un problema. Si no, tampoco.

–¿Y para el estrés?
–Para evitarlo, lo mejor es estar loco.

–¿…?
–Es una broma. No, no tan broma. Me refiero a ser o parecer normal por fuera, y por dentro estar loco: es la mejor manera de vivir.

–¿Qué relación tiene usted con su mente?
–Soy una persona normal, o sea que a menudo pienso. Pero tengo entrenada la mente. Eso quiere decir que no sigo a mis pensamientos. Ellos vienen, pero no afectan ni a mi mente ni a mi corazón.

–Usted se ríe a menudo.
–Cuando alguien ríe, nos abre su corazón. Si no abres tu corazón, es imposible tener sentido del humor. Cuando reímos, todo es claro. Es el lenguaje más poderoso: nos conecta a unos con otros directamente.

–También acaba de editar un cedé de mantras con una base electrónica, para el público occidental.
–La música, los mantras y la energía del cuerpo son lo mismo. Como la risa, la música es un gran canal para conectar con el otro. A través de ella, podemos abrirnos y transformarnos: así la usamos en nuestra tradición.

–¿Qué le gustaría ser de mayor?
–Me gustaría estar preparado para la muerte.

–¿Y nada más?
–El resto no importa. La muerte es lo más importante de la vida. Creo que ya estoy preparado. Pero antes de la muerte, debemos ocuparnos de la vida. Cada momento es único. Si damos sentido a nuestra vida, llegaremos a la muerte con paz interior.

–Aquí vivimos de espaldas a la muerte.
–Mantenéis la muerte en secreto. Hasta que llegará un día de vuestra vida en que ya no será un secreto: no os podréis esconder.

–Y la vida, ¿qué sentido tiene?
–La vida tiene sentido, y no. Depende de quién seas. Si realmente vives tu vida, entonces la vida tiene sentido. Todos tenemos vida, pero no todo el mundo la vive. Todos tenemos derecho a ser felices, pero tenemos que ejercer ese derecho. Si no, la vida no tiene sentido.

Por: GASPAR HERNÁNDEZ

Atmósfera psíquica

Cada vez con más frecuencia, la gente se queja de que el aire está contaminado: los humos de las fábricas, el gas de los tubos de escape de los coches y la multiplicidad de productos tóxicos que contribuyen a envenenar la atmósfera… Es cierto, pero, ¿qué podemos decir entonces sobre la atmósfera psíquica de la tierra?

La mayoría de los humanos, que viven sin luz, sin amor, sin tener conciencia de sus responsabilidades, pasan su tiempo expandiendo a su alrededor pensamientos y sentimientos tan sombríos, viciados y malsanos que la atmósfera de la tierra se parece a un pantano donde pululan una gran cantidad de bichos que arrojan sus desechos y excrementos en el mismo estanque donde otros deben respirarlos y absorberlos.

Sí, esta es la triste realidad: una ciudad no es más que un pantano donde todos los humanos derraman sus angustias, sus celos, sus odios y todos los deseos insatisfechos. Si fueran un poco más clarividentes, verían formas horribles, negras, pegajosas, que surgen de determinadas criaturas y se acumulan en las capas de la atmósfera. Pero incluso, aun sin ver nada, no se puede evitar sentir la existencia de una capa densa, pesada y tenebrosa sobre las ciudades.

Aunque el mundo entero se movilizara para combatir la polución del aire, del agua y de la tierra, ello sería aún insuficiente, ya que en el mundo psíquico también se propagan gases de los tubos de escape, humos, productos tóxicos que están asfixiando a la humanidad. Muchas de las actuales enfermedades se producen no sólo debido a la polución del aire, del agua y de la comida,
sino también a la polución psíquica.

Si la atmósfera psíquica en la que están inmersos no estuviera tan polucionada, los seres humanos conseguirían neutralizar todos los venenos exteriores. El mal se encuentra principalmente en el interior. Cuando internamente os sentís fuertes y en armonía con vosotros mismos y con los demás, es como si corrientes de energía os traspasaran, rechazando las impurezas incluso en el plano fisico, y, de esta forma, el organismo puede defenderse mejor.

Primero se es vulnerable interiormente y, poco a poco, el mal acaba manifestándose también en el exterior. Tenemos un ejemplo de ello en los médicos y en las enfermeras: algunos de ellos que tenían un hígado en perfecto estado y una sangre muy pura, vivieron, sin contaminarse, entre gente que padecía las peores enfermedades contagiosas. Otros, sin embargo, que incluso huyeron para no enfermar, se contagiaron. Sí, porque permitieron la entrada de impurezas en su interior, y las impurezas son siempre un buen alimento para los microbios y los virus. La pureza de la sangre, al igual que la de los pensamientos y sentimientos, rechaza la enfermedad. Mientras que si el mal ya ha penetrado en los pensamientos, en los sentimientos, en el corazón, en los deseos, queda una puerta abierta, y ¡qué fácil le resulta entonces a ese mal descender hasta el plano fisico!

A partir de ahora, es preciso que tengáis conciencia de la existencia de esta atmósfera psíquica. Si la gente se preocupara de producir menos miasmas y trabajase en llenar el espacio con pensamientos puros, luminosos, benéficos, teniendo en cuenta que nada es estático si no que todo se propaga, estas ondas purificadoras serían una bendición para la humanidad.

Pero, ¿dónde están los seres luminosos que quieran hacer este trabajo? No hay muchos; la gente está ocupada en satisfacer sus propios deseos, sus codicias e intenta triunfar a toda costa, a puñetazos, a dentelladas, a patadas. Estas armas son utilizadas en todas partes, para abrirse camino, y esta actitud resulta muy cara para la humanidad, ya que la atmósfera es atravesada por ondas caóticas y emanaciones malsanas. Si existiesen en el mundo suficientes seres luminosos que con su forma de vivir trabajasen para purificar, en primer lugar, su atmósfera espiritual, poco a poco, otros seres, atraídos por el ejemplo, harían lo mismo.

Es por ello por lo que tan a menudo os hablo de la necesidad de crear con el pensamiento, allá donde vayáis, una atmósfera límpida, armoniosa, fraternal, con el fin de que la tierra sea un día como un jardín florido en donde todos vivan felices.

Omraam Mikhaël Aïvanhov

Lo que creemos

Tanto si lo creemos como si no, somos nosotros quienes escogemos nuestros pensamientos. Quizás habitualmente pensemos una y otra vez lo mismo, de modo que no parece que estemos eligiendo nuestros pensamientos, pero en su momento hicimos la opción original.

Podemos negamos a pensar ciertas cosas. ¿Cuántas veces te has negado a pensar algo positivo sobre ti mismo? También puedes negarte a pensar algo negativo sobre ti mismo.

La creencia más íntima de todas las personas con quienes he trabajado es siempre: «¡Yo no sirvo para…!» Todas las personas que conozco o con quienes he trabajado padecen, en mayor o menor medida, de sentimientos de culpa o de odio hacia sí mismas. «Yo no sirvo para esto, o no hago lo suficiente para conseguir lo otro, o no me lo merezco», son quejas bien comunes. Pero, ¿a los ojos de quién, o según qué normas no sirves, o no te lo mereces?

Estoy convencida de que el resentimiento, las críticas y el miedo causan la mayoría de los problemas que tenemos en la vida. Estos sentimientos provienen de que culpamos a los demás y no asumimos la responsabilidad de nuestras propias experiencias. Si somos los únicos responsables de todo lo que nos pasa en la vida, entonces no hay nadie a quién culpar. Sea lo que fuere lo que esté sucediendo «ahí fuera», no hace más que reflejar la intimidad de nuestros propios pensamientos.

No es que yo excuse a los demás por su mal comportamiento; lo que afirmo es que nuestro sistema de creencias atrae tal comportamiento. En ti hay alguna idea que atrae a la gente que exterioriza esa clase de comportamiento. Si la gente abusa constantemente de ti o te maltrata, piensa que la pauta  es tuya. Esa forma de comportamiento desaparecerá de tu vida cuando cambies la idea que la atrae.

Podemos cambiar nuestra actitud hacia el pasado. El pasado pasó, y no se lo puede cambiar. Es una tontería que nos castiguemos ahora porque alguien, hace mucho tiempo, nos hizo daño.

Si optamos por creer que somos víctimas desvalidas y que para nosotros no hay esperanza, el mundo apoyará nuestra creencia. Nuestras peores opiniones de nosotros mismos se verán  confirmadas.

Si optamos por creer que somos responsables de nuestras experiencias, tanto de las buenas como de las supuestamente malas, entonces tendremos la oportunidad de superar y dejar atrás los efectos del pasado. Podemos cambiar; podemos ser libres.

El camino hacia la libertad pasa por la puerta del perdón. Quizá no sepamos perdonar, y tal vez no deseemos hacerlo; pero si tenemos la voluntad de perdonar, estamos iniciando el proceso de sanar, y para que este proceso llegue a su fin, es indispensable que dejemos de aferrarnos al pasado y que
perdonemos a todo el mundo.

Esto no significa que yo excuse el mal comportamiento. Lo que quiero es estimular el proceso que te lleve a liberarte. Perdonar significa renunciar, aflojar la presión. ¡Entendemos tan bien nuestro dolor! Y sin embargo, a casi todos se nos hace difícil entender el dolor de alguien que nos maltrató.
Esa persona a quien necesitamos perdonar también sufría. Y además, no hacía más que reflejar lo que nosotros creíamos de nosotros mismos. Esa persona hizo lo mejor que podía hacer, dado lo que sabía, lo que comprendía y la conciencia que tenía en aquel momento.

Cuando la gente viene a verme con un problema -sea éste el que fuere: mala salud, falta de dinero, relaciones insatisfactorias o creatividad bloqueada-, no hay más que una cosa sobre la cual yo trabajo siempre, y es el amor a uno mismo. He comprobado que cuando realmente nos amamos, aceptamos y aprobamos exactamente tal como somos, todo fluye sin obstáculos en la vida.

La aprobación y la aceptación de nosotros mismos, aquí y ahora, son la clave de los cambios positivos que podemos lograr en todos los ámbitos de nuestra
vida. Para mí, amarse a uno mismo significa no criticarse nunca jamás, por nada. La crítica nos aprisiona en la pauta misma que estamos procurando cambiar.

Haz el intento: apruébate, y ve qué pasa.
Hace años que vienes criticándote. ¿Te ha servido de algo?

“AMATE A TI MISMO. CAMBIARÁ TU VIDA” – Louise L.Hay –

La paz interior

Lentamente, el sol se había ido ocultando y la noche había caído por completo. Por la inmensa planicie dela Indiase deslizaba un tren como una descomunal serpiente quejumbrosa. Varios hombres compartían un vagón y, como quedaban muchas horas para llegar al destino, decidieron apagar la luz y ponerse a dormir. El tren proseguía su marcha. Transcurrieron los minutos y los viajeros empezaron a conciliar el sueño. Llevaban ya un buen número de horas de viaje y estaban muy cansados. De repente, empezó a escucharse una voz que decía: “¡Ay, qué sed tengo! ¡Ay, qué sed tengo!”.

Así una y otra vez, insistente y monótonamente. Era uno de los viajeros que no cesaba de quejarse de su sed, impidiendo dormir al resto de sus compañeros. Ya resultaba tan molesta y repetitiva su queja que uno de los viajeros se levantó, salió del departamento, fue al lavabo y le trajo un vaso de agua. El hombre sediento bebió con avidez el agua. Todos se echaron de nuevo. Otra vez se apagó la luz. Los viajeros, reconfortados, se dispusieron a dormir. Transcurrieron unos minutos. Y, de repente, la misma voz de antes comenzó a decir: “¡Ay, qué sed tenía, pero qué sed tenía!”.

La mente que está influenciada por el ego siempre tiene problemas. Cuando no hay problemas aparentes, tiene que imaginarlos, y éstos serán tan ficticios como las soluciones que intentará buscar. Por lo tanto, el conflicto en sí es lo que le otorga permanencia al ego y, por consiguiente, a la sensación de la falta de paz.

La paz no proviene del ejercicio de la mente o del pensar común, si no de su descanso, cuando entregamos nuestros juicios y valoraciones a la fuente neutral de la voluntad que también mora en nuestro interior. Si no hay confianza habrá miedo y si hay miedo la paz se experimentará como una ilusión más. La mente se encuentra ahora bajo la jurisdicción del ego, el cual necesita sostener apegos y temores en forma de objetos y personas. Su obsesión por los cuerpos (temporalidad) le asegura la sensación de un mundo desigual e injusto que no le otorga paz.

El ego es la percepción limitada y adquirida que poseemos del mundo, de Dios y del yo. Se manifiesta en la forma de una voz que nos habla, y que nos habíamos acostumbrado a creer que éramos nosotros mismos simplemente pensando. El ego se manifiesta también en forma de la percepción sufriente e irremediable que tenemos del mundo, los impulsos corporales inadecuados de comer y mantenernos, y los conceptos intelectuales que se utilizan como defensa y ataque.

Por lo tanto, la paz interna se va estableciendo a través de la liberación gradual de la influencia del ego en nuestra mente, hasta su liberación final, donde se vuelve muy clara la voz divina del amor y tenue o nula la voz del ego. Al ser el ego un sistema de pensamiento más que una simple actitud arrogante, cada pensamiento de dolor en uno o en otros, cada sensación de escasez individual o colectiva, y cada sentimiento de temor por la causa que sea debe ser observado, perdonado y entregado/liberado a la propia Divinidad Interna en el momento en que aparece en la conciencia. Podemos inhalar profundo y rezar así: “Entrego esta percepción o pensamiento de incomodidad”, inhalar nuevamente y rezar “gracias” hasta sentir paz. Lo podemos hacer mientras nos duchamos, en la cocina, en el auto y donde sea que nos encontremos. Sin duda es mejor estrategia buscar primero la paz en nuestra mente, luego en el mundo. Es como consecuencia de las liberaciones del propio pensamiento erróneo o carencia de amor que comienza a suceder la paz. La armonía social y global se está estableciendo gradualmente por enseñar el amor con el ejemplo.

La observación (testigo) de los pensamientos, sin desesperarnos, ni culparnos, sin el ánimo de eliminarlos, y sin buscar gloria por esto, dará comienzo a las sensaciones reales de paz en la mente. Con sólo sentarte 10 minutos por día en silencio y dedicado a la ciencia de la observación neutral de la conciencia el proceso de liberación da comienzo.

Bajo la influencia del ego pensamos que la felicidad puede llegar sin la vivencia previa de la paz pero esto es un error, y muy común. El ego no tolera ni conoce la paz, y al no conocer ni vivenciar la paz, confundimos la euforia con la felicidad que de hecho buscamos. La concreción de los deseos no puede producir felicidad cuando todavía no hallamos la paz que sólo en nuestra mente sana o libre de dualidad debemos encontrar. Pero cuando satisfacemos deseos desde la alegría inmutable de habernos encontrado en nuestro centro de paz, impecabilidad, gratitud ala Fuente Divinae igualdad con todos, expandimos virtud enla Tierra. Esentonces, cuando todo lo que percibimos se vuelve de naturaleza espiritual, tal como se afirma en el verso famoso de los Vedas: brahmarpanam brahma havir, brahmagnau brahmana hutam.

Nosotros ya somos felices por el hecho de Ser hijos perfectos de un padre perfecto, en un universo perfecto. Sin embargo, dicha felicidad no es percibida desde nuestro interior debido al ruido ensordecedor del ego que hace que busquemos canales limitados de felicidad que no pueden saciarnos. Aceptar la felicidad es aceptar el amor que viene de todos lados, pero si no nos aceptamos a nosotros mismos, el amor parecerá inexistente. Si no llevamos nuestra inteligencia hacia esta comprensión sencilla, seguiremos ilusionados tal como el gusano de seda que al terminar su capullo-casita advierte que se encerró en ella. Y si buscamos paz en toda situación, nuestro mundo se verá más claro.

La mente oscila entre la euforia y la depresión durante el día, no conoce la felicidad que proviene de la paz. La felicidad es un tercer estado de conciencia no dual, donde no se experimenta ninguna dependencia de los objetos, pero aun así los ofrendamos y nos deleitamos. Esto puede ser practicado ya que dicha comprensión no nos priva del gozo directo de las cosas del mundo, si no que por el contrario nos lo garantiza. Pues para ser felices con algo, primero debemos Ser felices, o ser felices con todo. No somos felices por tener pareja, sino que somos felices porque si nos abandona habremos aprendido a amarnos como ella lo hizo. Un nuevo modelo de unión se aproxima: aquel donde dos seres completos sanan juntos sus mentes y comparten la alegría de sus propios descubrimientos.

La paz es el reconocimiento constante de quienes somos junto con todos. La paz es directa cuando nos aceptamos completamente a pesar de nuestros errores pasados. Es nuestra herencia natural de ser espíritu incondicionado. Aunque ahora corporificados en un vehículo temporal sometido al tiempo, la penetrante certeza de Ser amor en acción extingue la finitud de la percepción. Así como cuando estamos enamorados el mundo que vemos tiene otro cariz debido al cambio de propósito y a que todo se estima desde una relación de amor. De la misma manera, cuando encontremos la paz en nuestra mente, todo acontecer en el mundo nos hablará de nuestro hallazgo y toda experiencia será igualmente plena.

La paz y la comodidad inherente de Ser (inmortales y amados) es la base para ilimitados acontecimientos de alegría y satisfacción. Encontramos la paz cuando comprendemos que la felicidad no llega al solucionar un problema sino más bien cuando no vemos problemas. La felicidad no está enraizada en el cese del sufrimiento sino en la imposibilidad del sufrimiento.

El núcleo de la paz estriba en no sentirnos solos, sino en la comunicación y compañía constante de una Presencia Amorosa Incondicional, consagrados al amor que podemos dar y recibir de maneras y formas ilimitadas.

http://www.humanodivino.com

¿Es posible acallar el pensamiento?

¿Es posible acallar la pesada voz que habla sin parar desde nuestra cabeza? ¿Quién es esa voz? ¿Es posible ir más allá del pensamiento?

Estas preguntas acecharon a Eckhart Tolle durante un tiempo. El ruido de su mente fue en aumento hasta que en medio de la angustia y la ansiedad su colapsó. La voz mental se calló y sus pensamientos dejaron de hacerle sufrir. Los espacios de silencio entre pensamientos aumentaron y la paz y la quietud se instalaron en su vida.
De repente, como un fogonazo, alcanzó el estado que los monjes zen persiguen durante décadas en los monasterios y muy pocos alcanzan. A raíz de esta experiencia abandonó su puesto de investigador en la Universidad de Cambridge y se dedicó a dar seminarios por el mundo, hablando de la importancia de hacernos dueños de nuestros pensamientos, «que nos han poseído», y de vivir el momento presente, porque «es lo único que existe».

¿Cómo alcanzaste tal claridad?

Todo empezó una noche cuando experimenté una especie de transformación de la conciencia. Al día siguiente me encontré de repente en un estado de paz interior que después ya nunca me ha dejado. Desde entonces siempre he tenido en el fondo un estado de paz. Antes había vivido en estados de depresión y de ansiedad, y cuando me pasó aquella transformación, no lo entendía, no tenía ni idea de lo que me había pasado, solo sabía que yo estaba en estado de paz. Tardé algunos años en comprender gradualmente lo que me había sucedido. Empecé a leer libros espirituales, textos antiguos y algunos textos nuevos, estaba buscando comparar lo que me había pasado a mí con lo que decían estos libros. Una cosa extraña me pasaba cada vez que abría un libro espiritual hindú o cristiano, inmediatamente entendía la esencia. Los textos y conversaciones con los maestros espirituales, monjes budistas, yoguis. me explicaron lo que me había pasado. Dos años después de la transformación estaba en un monasterio hablando con un monje budista zen y me dijo que lo esencial del zen consiste en ir más allá del pensamiento. Entonces me di cuenta de que eso me había pasado a mi porque después de aquella noche, mis procesos mentales se habían reducido aproximadamente un 80% de lo que habían sido antes. Había muchos espacios sin pensamientos en mi mente, no inconscientes sino muy conscientes, pero sin proceso mental. El estado de paz ya había estado allí siempre pero estaba cubierto con el ruido mental continuo y gradualmente empecé a entender cual es la esencia de la transformación espiritual. Todos los maestros hablan de la misma cosa; utilizan palabras diferentes pero en el fondo todos apuntan hacía el mismo estado. Después lo reconocí también en los evangelios de Jesús en algunas cosas que él dijo.

Hablas de ir más allá del pensamiento. Para personas que estamos acostumbradas a estar casi siempre identificadas con el pensamiento, ¿cómo podemos imaginar ese otro escenario que propones?

No hace falta imaginarlo; casi todos son capaces de experimentar aunque sea por un momento muy pequeño lo que significa estar sin pensamiento y al mismo tiempo ser plenamente consciente. La mayoría de la gente no se da cuenta de que incluso en un día normal, siempre hay intervalos muy pequeños entre dos pensamientos en algunos momentos. Las personas que no tienen esos intervalos están muy enfermas psicológicamente, pero si todavía en tu vida existe de vez en cuando la alegría del ser o el amor, la comprensión o la belleza, si respondes interiormente a algo que es bello, eso significa que hay esos intervalos porque es allí dónde surgen. Los pensamientos no pueden reconocer lo profundo que es algo bello. El amor o la compasión no vienen a través de los pensamientos, vienen de una dimensión más profunda, y la gente que no tiene acceso a esa dimensión nunca experimenta la belleza, amor, compasión o una alegría más profunda del ser. En esta civilización loca (risas), hay personas que en su vida ya no tienen esa experiencia del amor, de la belleza, de una paz interior de vez en cuando, les falta todo eso y en aquellas personas el ruido mental sigue, sin interrupciones.

¿Cuál es el primer paso para acallar la mente?

Tomar conciencia de que esos espacios existen en un día normal. Estás mirando a un árbol o al cielo, a las nubes, y es un momento en el que no hay ningún pensamiento. Solamente la percepción y la conciencia a través de la cual la percepción sucede. Un espacio. El primer paso consiste en darse cuenta de que, sin hacer nada, algunos espacios existen en mi vida. Después se pueden buscar esos espacios activamente. Yo recomiendo hacer cosas que uno hace normalmente como lavarse las manos, tomar un café, ir de aquí a allí, entrar en la escalera, subirse al ascensor. tomando conciencia de acto y del momento, sin hacer de ello un medio para un fin sino un fin en sí mismo. Lavarse las manos sintiendo el agua, el jabón, secarse las manos. Solamente la percepción y la conciencia. Otra cosa que también recomiendo es cuando entras en tu coche, cierras la puerta y te quedas unos treinta segundos sin hacer nada, sentir el cuerpo, la vida dentro del cuerpo. No es mucho, 30 segundos, pero muchos de estos momentos en un día inician un cambio. Esos pequeños momentos en los que no pensamos sino que estamos conscientes sin pensar. Es más importante tener muchos momentos pequeños durante el día que estar en una meditación de media hora cada día y luego pasarse el día sin tener espacios. Entonces empieza un cambio, surge la conciencia no condicionada, la conciencia pura. Lo demás, los pensamientos, son una forma de conciencia condicionada por el pasado. Casi toda la gente está atrapada en un sentido del ‘yo’ que depende de los pensamientos condicionados y una imagen mental que tiene de «quién soy», o sea una identidad que depende de los pensamientos. Eso significa moverse por la superficie de la vida sin nunca ir más profundamente. Una vida de ese modo se hace muy insatisfactoria, siempre hay sufrimiento. Si tu vida se desarrolla solamente en la superficie del ser, que es cuando te identificas siempre con los pensamientos, entonces le falta la profundidad y sufres.

Si no soy los pensamientos ¿Quién soy yo?

No eres los pensamientos, eres el espacio desde el cual surgen los pensamientos. ¿Y qué es ese espacio? Es la conciencia misma. La conciencia que no tiene forma. Todo lo demás en la vida tiene forma. En esencia somos esa conciencia sin forma que está detrás de los pensamientos. Pero para experimentarlo es necesaria una experiencia de quietud interior. Si yo tengo solamente un momento en el día de quietud alerta que me da un sabor de lo que es, ya entiendo lo que es la conciencia no condicionada, más allá del pensamiento. Una persona que no tiene ese momento, ni siquiera un momento, no puede entender nunca de qué estamos hablando ahora. No lo entendería.

¿Has llegado a alguna conclusión de lo que hay después de la muerte?

De algún modo, casi puedo decir que he muerto ya porque si no estás identificado con la forma, lo que queda es lo eterno que no tiene forma. Entrar en eso conscientemente es encontrar la muerte antes de que la muerte te encuentre a ti (risas) y si entras ya en la dimensión que no tiene forma y has entrado en la muerte, te das cuenta de que lo que llamamos muerte en realidad es la vida, es la vida sin forma. La muerte es solamente la disolución de la forma y queda la vida, o lo que Jesús llama «vida eterna». Por eso la muerte, incluso la muerte que sucede cerca de ti cuando se muere alguien, es siempre una posibilidad de realización espiritual. Detrás de cada muerte se esconde la gracia.

¿Cómo es un día ordinario en tu vida?

Muy simple. Yo pienso relativamente poco. En la vida diaria, si estoy con una persona, la escucho hasta que las palabras surjan, o si estoy en la calle comprando también tengo pocos pensamientos y reacciones. Las situaciones son como son. La vida es muy simple. Muy pocas veces pienso en el pasado y la atención está en la simplicidad. El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente. Hay paz incluso si algo no va bien. No llevo encima una identidad. Por ejemplo, en la enseñanza espiritual, la gente me llama maestro espiritual y ellos piensan que es mi identidad pero yo lo veo simplemente como una función. Cuando estoy con un grupo de personas y estoy hablando, entonces soy el maestro espiritual, pero en el momento en que salgo de la sala dejo de ser el maestro espiritual inmediatamente y solamente hay una consciencia abierta que no lleva una imagen de quien soy. Porque cada imagen que llevas te va a conducir al sufrimiento. Voy por la calle sin ser nadie en particular, simplemente un espacio consciente. Das un paseo no como una persona sino como un espacio consciente, o estás tomando un café no como una persona, pensando en tu historia personal, simplemente como un espacio consciente, sin llevar las constantes definiciones de quien soy o hablándome de mi vida con esa voz interior que me cuenta cosas de mi vida: «no estoy contento con mi vida» o cosas así que son cuentos, pensamientos. ) Estas complicaciones, afortunadamente, no las tengo.

Eckhart Tolle