Vivir de las apariencias

Y.. , si hablamos de las APARIENCIAS?… las personas que viven de ellas, las que usan disfraces diferentes a lo largo de sus vidas, tratando de ganar la aprobación o el cariño de otros… Sin intentar ganarse primeros su misma aprobación, su cariño y ya no pueden definir quienes son en realidad.

¿Sabías que tenemos la responsabilidad y la posibilidad de hacer un inventario esencial de vida para poder conocernos y saber si queremos seguir actuando y viviendo como lo hemos hecho hasta ahora o si, por el contrario, queremos encontrar nuestro verdadero yo, cambiando el aspecto negativo para incorporar algunos hábitos y creencias más positivas a nuestra vida?

Podemos descansar de la pesada armadura que usamos cada día para protegernos de los comentarios, las actitudes y las acciones negativas de otras personas; de la misma que vestimos para defendernos de cualquier peligro que suponemos se nos pueda presentar en el futuro, o la que cargamos para prevenir que nos vuelvan a traicionar, a abandonar o a maltratar como en el pasado.

Tomemos la decisión de superar todo aquello que emocionalmente nos sigue afectando negativamente para ser, ¡por fin! Nosotros mismos.
Aprendamos a vivir el presente sin la carga del resentimiento por los recuerdos dolorosos y negativos, sin el temor por los comentarios pesimistas de otros frente al futuro.
Seamos auténticos, aun con el riesgo de no gustar o de no ser aprobados por los demás.
Conocer nuestras capacidades y limitaciones nos permitirá aceptarnos y trabajar en nosotros mismos para fortalecer las primeras y superar las segundas; sólo así podremos sentirnos a gusto con nosotros mismos.
Para ser auténticos es muy sencillo…

Sólo deja de Aparentar.

Se tú mismo, evita actuar o expresarte como lo hacen otras personas.
Acéptate tal cual eres, encuentra tu propio estilo y siéntete confiado de mostrarte a los demás con naturalidad.
Sé el mismo en todo lugar.
Hay personas que cambian su comportamiento de acuerdo a las situaciones o los lugares donde se encuentran.
Procura actuar de la misma manera, impulsado por los mismos valores en todo momento.
Hazte mejor persona.
Cambia aquellas cosas que no te gustan de ti.
Mejora tu imagen cuidando un poco mas de tu cuerpo y tu salud.
Llena tu mente de pensamientos más positivos y optimistas.
Recupera y alimenta el entusiasmo por la vida.
Eres un ser único como tu huella digital y especial con grandes cualidades…

¡Adelante!
Muéstrales a los otros esa persona especial que hay dentro de ti.
Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa.

Todo está bien!

La mente, el pensamiento y la felicidad

«Todos los cambios son difíciles porque requieren un esfuerzo, un pequeño dolor. Pero la elección está entre este pequeño dolor o el gran dolor de seguir presos de nuestros errores, bloqueos y sufrimiento, y repetirlos a perpetuidad».

¿De qué hablamos cuando hablamos de la mente?

En occidente se tiende a identificar la mente y el pensamiento, pero no son lo mismo. La mayor parte del tiempo nos dejamos llevar por el pensamiento, reflexionando sobre las cosas, en una reflexión que, generalmente, nos aleja del silencio, la paz, la claridad, que es realmente la naturaleza de la mente.

La felicidad es precisamente no pensamiento. En cualquier momento de felicidad que tengas, observarás que no hay pensamientos. Sin embargo, siempre estamos buscando la felicidad a través del pensamiento; buscando razones, técnicas o estrategias para ser feliz. Cuando, en realidad, para ser feliz sólo necesitas acallar el pensamiento y abrirte.

Sin embargo, aunque en la felicidad no haya pensamiento, ¿el pensamiento sí puede ser una forma de empezar a acercarnos a la felicidad, de comenzar su búsqueda? Un pensamiento adecuado puede ayudarte al principio, aunque sea para destruir con argumentos nuevos los viejos pensamientos que te impiden ser feliz. Pero seguir pensando, sumar pensamientos, no te va a hacer más feliz, sino que puede ir sumando capas que cubren y esconden la felicidad que ya tienes dentro. Puedes usar el pensamiento, al principio, para acabar fuera del pensamiento.

¿Es complicada nuestra mente o son nuestros hábitos de pensamiento los que la hacen complicada?

Nuestra mente no es complicada. Lo que son complicados son nuestros pensamientos. El pensamiento puede ser muy útil, pero nos ciega, nos dejamos arrastrar por él. Comprendes las cosas, las ves, no necesitas más, pero sigues pensando aunque no lo necesites. Y lo complicas todo.

¿Cuáles son los principales enemigos de la mente, para conseguir la felicidad?

Básicamente, la ignorancia. Especialmente, esa ignorancia de no saber que no sabes. Creer que sabes todo lo que hay que saber, te hace mantenerte en tu postura y repetir errores. Repetir situaciones que te conducen a la infelicidad. Actitudes dirigidas por el miedo, el enfado, el apego, la confusión…

¿Cómo afrontar la ignorancia?

El primer paso es reconocerla. Decir: no sé nada. Eso te mantiene abierto a aprender. Lo que pasa es que mucha gente no puede aceptar esa incertidumbre, necesita respuestas rápidas, ya, y si no, se llenan de ansiedad, y para evitarlo se inventan las respuestas. Cualquier respuesta que les funcione durante un tiempo. Pero eso les sigue manteniendo en la ignorancia y en la repetición de errores y, por lo tanto, en el sufrimiento. Lo mejor que puedes hacer es aceptar que no sabes y que no necesitas saberlo todo para ser feliz.

¿Cómo afrontar el miedo?

El miedo aparece precisamente por la ignorancia y porque no la aceptamos. Nos aterra lo que no sabemos. Por eso, el mejor antídoto del miedo es la aceptación. El miedo es resistencia a lo desconocido y a veces, resistencia a lo conocido también. La mejor forma de afrontarlo es la aceptación.

¿Cómo afrontar el enfado?

La mejor medicina contra el enfado es el amor. Cuando una persona está enfadada con alguien, todo en esa persona lo ve mal, feo, criticable. Y por extensión, se enfada con el mundo, que es feo y criticable también. Entonces hay que practicar el amor; meditar en el amor y practicarlo.

Pero amar resulta difícil, cuando estás enfadada.

Es cierto, no llegas al amor de repente cuando estás enfadada, porque estás bloqueada. Quieres amar y te encuentras como un grifo que lo abres y no hay agua. Cuando eres presa del enfado, el amor no llega de repente, pero tienes que seguir intentándolo, seguir practicando. Sólo tú puede llegar a sentirlo, nadie te lo va a hacer sentir. Es tu elección.

¿Cómo afrontar el apego?

De la misma manera que el enfado. Con el amor. En castellano decimos «te quiero», y en ese concepto está intrínseco el apego, la propiedad. Sustituye la palabra «amor» por «dar». Cuando digas «yo te amo» piensa en «yo te doy». Practica el dar, más que el controlar, en el amor. Deja a un lado las expectativas y las exigencias. Ama con libertad. A las personas, las cosas, las situaciones que más te gustan en la vida. Entrégate a la experiencia, disfrútala, pero no quieras retenerla.

El mejor antídoto del apego es el amor; y sin embargo, demasiado a menudo cometemos el error de identificarlos y nos convencemos de que cuanto más apego hay (celos, posesión, exclusividad, control, etc.) es mayor el amor. Uno de los más grandes errores.

¿Cuál es la diferencia entre meditar y practicar?

Meditar significa acallar la mente, observar los pensamientos que aparecen, dejarlos pasar, afrontar sin miedo los sentimientos que aparecen, recuperar la calma, instalarse en la claridad. Puedes meditar en quietud o en movimiento. Por otra parte, la práctica consiste en ponerse en acción: practicar el amor, la paciencia, desbloquearse, lo que sea. A través de ejercicios y, finalmente, en la vida cotidiana. La meditación es una buena preparación para la práctica.

¿Cómo organizarse cuando tenemos la sensación de que «no tenemos tiempo»?

Claro que tienes tiempo. Desde que te levantas hasta que te acuestas tienes tiempo; otra cosa es en qué lo utilizas. La realidad es que creemos que tenemos demasiado tiempo y por eso lo desaprovechamos o lo llenamos de cosas que nos complican la vida. Hay que hacer un esfuerzo para cambiar los hábitos. Por ejemplo: hablamos mucho, sin parar, todo el día. En cuanto encontramos a una persona, hablamos. Pero hablamos sin sentido. Puedes estar hablando durante 6 horas al día sin haber dicho casi nada útil, hablar por hablar. Y con una hora de hablar con consciencia podría ser suficiente, y dedicar el resto a otra cosa. Y está claro que dedicamos mucho tiempo del día a hacer cosas que no son imprescindibles y ni siquiera nos gustan mucho, y las usamos como distracciones o como formas de «llenar el tiempo», «matar el tiempo». Pero, piénsalo bien, «matar el tiempo» es matar tu propia vida. Claro que tienes tiempo, pero a lo mejor hay que cambiar la forma en que usas el tiempo.

¿Cómo afrontar la confusión y la ignorancia?

Cuando te sientas demasiado confusa, deja de pensar, porque pensar en exceso te lleva a más confusión. Párate un rato, abandona el tema y dedícate a otra cosa que no requiera más pensamiento. Al igual que cuando está cansado tu cuerpo le permites descansar, deja descansar tu mente. ¿Cómo? Muévete, haz ejercicios físicos, estira tu cuerpo, salta, sal a correr… Y luego, retoma el tema otra vez. Lo más difícil es dejar de pensar cuando te sientes arrastrada por una obsesión. Pero hay que parar, y volver a empezar más tarde, más fresca.

Dicen que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. ¿Por qué nos enfrentamos tantas veces al mismo problema (celos, exigencias, perfeccionismo, etc.) aun cuando lo vemos venir? ¿Forma parte de la naturaleza humana o es que no aprendemos? Y si es así, ¿por qué no aprendemos?

Todos los cambios son difíciles, requieren un esfuerzo, un pequeño dolor. Pero la elección está entre un pequeño dolor (el cambio) o un gran dolor (seguir presos de nuestros errores, bloqueos, sufrimiento, y repetirlos a perpetuidad). Cada vez que tengas un problema, cuando lo veas venir, míralo y pregúntate: ¿puedo controlarlo o no? Si está en tus manos, lo resuelves, y si no, lo aceptas. Una vez que aceptas la situación, ya no repetirás el problema a nivel mental; es decir: ya no lo vivirás más con ansiedad, miedo, rechazo, enfado, etc.

Por una parte, queremos simplificar nuestra vida y conseguir un estado de armonía tranquila. Por otra parte, social y culturalmente (en el cine, en la literatura, en los mitos sociales) se nos presentan como mucho más interesantes los personajes más complicados, con tormentas emocionales. Esto resulta una gran contradicción a la hora de educar a nuestros jóvenes, o de autoeducarnos.

¿Cómo transmites la importancia de ser buenas personas, sencillas y amables cuando el mensaje mediático es que «los chicos malos heredarán la tierra»?

Con el ejemplo. Si eres una persona feliz, probablemente intentarán repetir tus pautas de vida, antes o después. Quizás no durante la adolescencia, porque se perderán y se encontrarán mil veces en su propia búsqueda, pero sí más adelante.

Pero, finalmente, cada cual toma sus propias opciones y eso no depende de ti: pueden elegir el camino del amor y la felicidad o el de los torbellinos emocionales y seguir sufriendo. Déjales. En ese caso, quizás lo que necesitan es sufrir mucho más, hasta el límite, hasta que no lo soporten más. Hay personas que sólo entonces reaccionan y aprenden a amar a los demás: por necesidad de supervivencia. Otras personas eligen la vía del amor por puro cansancio de sufrir, por puro aburrimiento. Entonces descubren que el amor hace la vida más intensa, alegre y gratificante.

Tulku Lama Lobsang

El valor del desahogo

Werner Erhard dijo una vez que ‘lo que no se puede desahogar lo gobierna a uno’. Estoy totalmente de acuerdo. La gente nota las cosas telepáticamente, lo quiera o no, así que ni se te ocurra querer engañar a nadie. Además, el cuerpo nunca miente. Y si pretendas que mienta, es muy dañino y doloroso para tu cuerpo.

A la gente le da miedo decirse algunas cosas porque cree que a lo mejor hiere a su interlocutor o se hiere a sí misma. Pero mucho más daño te haces si no logras desahogar lo que sea.

En primer lugar, tu cuerpo se resentirá si no te desahogas; en segundo lugar, tu interlocutor se sentirá confuso; y en tercer lugar, tus relaciones se desbaratarán. Al final, acabará descubriéndose la verdad y para entonces la desconfianza y la ira pueden haber aumentado tanto que las relaciones se malogren definitivamente.

Para reafirmar este principio puedes empezar con este pensamiento:

NO PASA NADA POR DECIR LA VERDAD Y CUANTO MÁS SINCERO SEA ACERCA DE MIS SENTIMIENTOS, MEJOR ME SENTIRÉ Y MEJOR SE SENTIRÁN LOS DEMÁS.

Sondra Ray

Miedo al compromiso

El miedo al compromiso tiene como fondo el miedo a la entrega, el miedo al amor y a todas sus implicancias. Es muy difícil entregarse verdaderamente…… puede haber una pareja, puede haber un matrimonio de años, y sin embargo puede no haber entrega. Cuando nos entregamos estamos en carne viva, sentimos intensamente y nos acercamos al más preciado tesoro: SER QUERIDOS INCONDICIONALMENTE. Cuando el amor se da en su plenitud y sentimos que todos nuestros aspectos son incondicionalmente aceptados, entramos en un estado de paz que nos ayuda a que nosotros mismos aceptemos todas nuestras partes y podamos experimentar el bienestar de sentirnos finalmente completos.

Sin embargo no hay mapas para la aventura del amor, no sabemos por donde irá, no podemos encerrarlo o controlarlo, no podemos garantizar que el otro estará allí siempre. El otro es el otro y corremos el riesgo de ser heridos. El llegar al bienestar de la intensa conexión que da la verdadera entrega inaugura la posibilidad de la pérdida de ese bienestar y así aparece el miedo.

Este temor se representa en dos miedos básicos que aparecen en las relaciones íntimas, el miedo al abandono y el miedo a la invasión. Son temores que traemos desde nuestras primeras relaciones significativas y que la vida de pareja actualiza y reaviva.

Allá lejos y hace tiempo, cuando éramos niños, aparecieron nuestras primeras frustraciones, y es así que sufrimos las primeras sensaciones de no ser queridos a la manera que lo necesitábamos, o de no sentirnos valorados lo suficiente. De la misma manera, según el comportamiento de nuestros padres, quizás hayamos sufrido el temor a ser invadidos emocionalmente. En cualquier caso buscamos los recursos para defendernos. Así creamos una “PERSONALIDAD”. La personalidad puede ser vista como un intento de defendernos del dolor del abandono o del temor a la invasión. Es una construcción que crea estrategias para ser queridos y respetados, pero a la vez es una coraza defensiva que nos aleja de lo que sentimos, de nuestras necesidades más primitivas, en definitiva, de nuestro más puro ser.

La personalidad es frágil, por eso es la que siente miedo a la entrega, y si bien nos ayuda a funcionar en ciertos terrenos, en las relaciones íntimas puede convertirse en un freno que nos impide el contacto verdadero con el otro cuando, sin darnos cuenta, crea conductas que evitan la entrega, ya que “si no me entrego no estaré sujeto a pérdida o a invasión alguna”. La personalidad “nos defiende” de esa posibilidad con una estructura estable y predecible. En ciertos aspectos parece una ventaja tener una “personalidad estable” pero esa fortaleza y seguridad se va transformando en rigidez y temor a ser desestabilizado.

Y el amor nos desestabiliza, el amor da miedo porque no escucha nuestros razonamientos, sigue su propio camino, no lo podemos controlar, “perdemos la cabeza”. Podemos escuchar al amor, podemos seguirlo, pero no podemos dominarlo. Cuando nos abrimos a él nos abrimos a la posibilidad de perderlo.

Es así que el compromiso, la entrega al amor, nos enfrenta a nuestra vulnerabilidad. Hay mucho miedo a la vulnerabilidad, peleamos constantemente con ella, y vivimos añorando la invulnerabilidad. Hoy hay toda una cultura donde se refuerza la noción de invulnerabilidad, pero sin embargo, no hay camino de salida si no la aceptamos. Si tenemos la fortaleza de reconocernos vulnerables dejamos de estar asustados y preocupados por lo que pueda pasar y nos entregamos blandamente a lo que la vida nos trae, porque en definitiva la vida pasa por donde ella quiere y no por donde nosotros la quisiéramos hacer pasar. En nuestra sociedad se confunde vulnerabilidad con debilidad, cuando en realidad se necesita mucha fuerza para reconocer que somos vulnerables.

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Más allá del miedo

De todas las emociones que sentimos, el miedo es la más destructiva, pues nos paraliza.

Dejamos de hacer un viaje, no nos atrevemos a iniciar una nueva relación, no nos arriesgarnos a dejar lo viejo por algo nuevo que realmente deseamos… El miedo nos bloquea y limita, haciendo que vivamos al mínimo, y que nos sintamos solos y aislados.

El miedo es el recuerdo de algo que sucedió en el pasado y que proyectamos en el futuro. Pero cada momento es único; el pasado ya se fue, y el futuro aún no ha llegado. Lo único real es el presente, y dependiendo de lo que pensemos y sintamos ahora, podemos crear un futuro maravilloso, o todo lo contrario…

Por eso meditar y vivir en el presente es cada vez más necesario.

El miedo es irracional por naturaleza, y ha sido inculcado por nuestros padres, profesores, etc. Por eso podemos liberarnos de él, pues es algo “prestado” e ilusorio.

Para contrarrestar lo irracional del miedo y superarlo, podemos escribir en un papel todo lo negativo que nuestro miedo nos dice que podría sucedernos.
Luego meditamos y observamos qué posibilidades reales hay de que aquello ocurra. Nos sorprenderemos al comprobar que en realidad hay muy pocas o ninguna chance de que aquello suceda.
Entonces ya estamos liberados para seguir adelante, sabiendo que el futuro puede ser extraordinario, si permanecemos abiertos y confiados.

Otra forma de superar el miedo es recordar alguna situación en la cual sentimos temor, pero avanzamos de todos modos. Entonces reconocemos que hemos aprendido algo de aquella situación.
Y lo más importante: ¡hemos sobrevivido!
Esto nos ayuda a conectar con nuestra fuerza interna, y con la capacidad que tenemos de crecer y aprender con los desafíos que nos presenta la vida.

El miedo también surge por falta de información. Así que busca informarte de fuentes sabias, experimentadas y que van más allá de los condicionamientos y viejos paradigmas.

Pero el antídoto más eficaz contra el miedo es sentir Amor. Por uno mismo, por alguna persona especial en nuestras vidas, por la naturaleza que nos rodea o incluso por nuestra mascota… El Amor es lo opuesto al miedo, por eso si focalizamos nuestra atención en el Amor, el miedo se disipa. Y el Amor y la confianza están estrechamente relacionados, pues ambos provienen del corazón.

Sólo yendo más allá del miedo es que podemos sentir la aventura y la inmensa alegría que conlleva estar vivos, y manifestar todo el Amor que llevamos dentro.

“El blog de Enriqueta Olivari”

El miedo – Nelson Mandela

Nuestro miedo más profundo no es que seamos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos inmensurablemente poderosos.

Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos atemoriza. Nos
preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, hermoso, talentoso y
fabuloso?

En realidad …  ¿Cómo podrías no serlo?

Tú eres hijo o hija de Dios. Jugar a la pequeñez no sirve al mundo.
No hay nada luminoso en eso de encogerte para que otras personas no se
sientan inseguras delante de ti.

Naciste para manifestar la Gloria de Dios, que está en ti como en cada uno
de nosotros. No está solamente en algunos de nosotros, sino en todos
nosotros.

Al permitir brillar nuestra propia luz, inconscientemente damos permiso a
otros para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio temor, nuestra
presencia automáticamente libera a otros.

***
Fragmento del discurso de Nelson Mandela al asumir el gobierno de
Sudáfrica, su país, luego de 20 años de cárcel.

Cambio de conciencia

El miedo, la codicia y el deseo de poder son las fuerzas psicológicas que no solamente inducen a la guerra y la violencia entre las naciones, las tribus, las religiones y las ideologías, sino que también son la causa del conflicto incesante en las relaciones personales.

Hacen que tengamos una percepción distorsionada de nosotros mismos y de los demás. A través de ellas interpretamos equivocadamente todas las situaciones, llegando a actuaciones descarriadas encaminadas a eliminar el miedo y satisfacer la ne­cesidad de tener más: ese abismo sin fondo que no se llena nunca.

Sin embargo, es importante reconocer que el miedo, la codicia y el deseo de poder no son la disfunción inherente de la condición humana, sino que son productos de ella.

La disfunción realmente es un delirio colectivo profundamente arraigado dentro de la mente de cada ser humano.

Son varias las enseñanzas espirituales que nos aconsejan deshacernos del miedo y del deseo, pero esas prác­ticas espirituales por lo general no surten efecto porque no atacan la raíz de la disfunción.

El miedo, la codicia y el deseo de poder no son los factores causales últimos.

Si bien el anhelo de mejorar y de ser buenos es un propósito elevado y encomiable, es un empeño condenado al fracaso a menos de que haya un cambio de conciencia.

Esto se debe a que sigue siendo parte de la misma disfunción, una forma más sutil y enrarecida de superación, un deseo de alcanzar algo más y de fortalecer nuestra identidad conceptual, nuestra propia imagen.

No podemos llegar a ser buenos esforzándonos por serlo, sino encontrando la bondad que mora en nosotros para dejarla salir.

Pero ella podrá aflorar únicamente si se produce un cambio fundamental en el estado de conciencia.

La historia del comunismo, inspirado originalmente en ideales nobles, ilustra claramente lo que sucede cuando las personas tratan de cambiar la realidad externa, de crear una nueva tierra, sin un cambio previo de su realidad interior, de su estado de conciencia.

Hacen planes sin tomar en cuenta la impronta de disfunción que todos los seres humanos llevamos dentro: el ego.

Eckhart Tolle – Una nueva tierra

Creer es Crear

Podemos seguir quejándonos y culpándonos los unos a los otros de la desgracia, y con ello seguir sosteniendo el viejo sistema de creencias que fue el que provocó la realidad que estamos viviendo.

O podemos por fin hacernos responsables de nuestro metro cuadrado, y así iniciar la trans-formación de todo .

Creer es poder crear la realidad.

Podemos seguir divididos entre buenos contra malos, izquierda contra derecha, víctimas contra culpables, y con ello preservar la desunión.

O podemos trascender las diferencias políticas, económicas, sociales, culturales y raciales, para lograr unirnos en un solo corazón.

Creer es poder crear la realidad.

Podemos seguir en guerra contra nosotros mismos. O podemos ponernos en paz.

Creer es poder crear la realidad.

El poder de creer es nuestro. De nadie más.¿A quién le quieres dar tu poder? a la mentira del viejo sistema, o a la verdad de tu corazón.

¿En qué crees, en el miedo o en el amor?

Uno que cree en su propio corazón es más poderoso que millones que siguen las creencias impuestas por la razón del miedo.

Podemos sostener la mentira de unos pocos. O podemos recrear la verdad de la inmensa mayoría.

Podemos seguir manteniendo en el colectivo la guillotina mental del piensa mal y acertarás. O podemos liberar nuestra mente de condicionamientos y limitaciones para despertar colectivamente.

Podemos creer que no podemos. O creer que sí podemos. De las dos formas, creer es poder.

Uno es el poder creador de la realidad.

Es el momento perfecto para transformar la oscuridad de la mentira en la luz de la verdad .

Creer es poder.

Santiago Pando
de la película Creer es Crear

Psiconeuroinmunología: Lo que el corazón quiere, la mente se lo muestra

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. ‘Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro.

La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional.

Por eso, «lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando». Hay que entrenar esa mente. Tengo 48 años. Nací y vivo en Madrid. Estoy casado y tengo tres niños. Soy cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital de Madrid. Hay que ejercitar y desarrollar la flexibilidad y la tolerancia. Se puede ser muy firme con las conductas y amable con las personas. Soy católico. Acabo de publicar Madera líder (Empresa Activa) IMA SANCHÍS – 18/10/ 2004

– Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?
– Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.

– ¿Psiconeuroinmunobiología?
– Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.

– ¿De qué se trata?
– Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.

– ¿Qué tipo de cambios?
– Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

– ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?
– Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

– ¿Cambiar la mente a través del cuerpo?
– Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

– ¿Dice que no hay que ser razonable?
– Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

– Exagera.
– Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretacion de la realidad.

– Más recursos….
– La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con transtornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.

– ¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?
– Santiago Ramon y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metáforica. Ahora sabemos que es literal: ‘Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro’.

– ¿Seguro que no exagera?
– No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.

– ¿Hablamos de filosofía o de ciencia?
– Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.

– ¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?
– Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.

– ¿Por porqué nos cuesta tanto cambiar?
– El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.

– La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.
– Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, sino sólo hay  automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente. Con qué alimentamos, nutrimos, nuestra mente.

– Deme alguna pista.
– Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos ‘voy a hacer esto’ y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.

– Ver lo que hay y aceptarlo.
– Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

Entrevista que La Vanguardia Digital le realizó al Dr. Mario Alonso Puig quien es Médico Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical School y miembro de la New York Academy of Sciences y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.

El Miedo y el Amor

Dicen que Amar es una Aventura!

Y si, es una de las aventuras más deliciosas y poderosas. Nacimos amando, es parte de nuestro diseño original.

Hay dos tipos de amor:

Uno es el que le llaman, Amor desde nuestra esencia real.

El otro es el Amor de la personalidad (o del ego).

Cuando amamos desde la personalidad, queremos estar en control de la relación ante el vértigo de lo desconocido. Eso no es en verdad una aventura ni tampoco será un viaje satisfactorio.

Sabemos que amamos desde la personalidad por que el miedo nos acompaña:

Miedo a ser lastimado, miedo a ser invadidos, miedos con múltiples caras que básicamente se refieren al miedo a …

– perder el amor que tenemos ahora (por que nada es eterno)
– perder el control de mis emociones o
– perder a la persona que amo.
– perder lo cómodo que me encuentro ahora.
– ser rechazado si me muestro tal cual soy.
– ser indispensable y necesitado por el otro.
– confiar en la otra persona.
– exponernos a perder libertad, autonomía.

Amar desde nuestra esencia real es realmente una aventura. No tenemos control sobre lo que pasara, no tenemos un mapa, ni hay un manual o un recetario. Simplemente no los necesitamos!

El amor que emana desde nuestra esencia ya tiene los ingredientes de certeza, confianza y aceptación.
Disfruta la libertad de no saber y de ser.

El miedo es un producto de la personalidad, que nos limita y nos impide abrirle el amor al alma para que salga y abrace nuestras relaciones.

Luis Díaz

El que vive temiendo

El que vive temiendo nunca sera libre

Por temor de sufrir tu soledad, sufres el tormento de una mala compañía.

Por temor de sufrir el corte de una relacion, sufres por años el infierno de una mala pareja.

Por temor de sufrir el peso de las responsabilidades del adulto, sufres de por vida el pesar de obrar como un niño inválido.

Por temor de sufrir a causa de tus errores, sufres las consecuencias de terrible error de no comprometerte, ni jugarte nunca.

Por temor de sufrir el rechazo de otros, sufres en tu aislamiento y tu desamparo, sin salir nunca hacia el encuentro.

Por temor de sufrir el que alguien no te quiera, sufres por comportarte tan huidiza o posesivamente, que logras que todos huyan y te dejen solo.

Por temor de sufrir el fracaso de tus empresas, sufres el terrible fracaso de no emprender ninguna.

Por temor de verte sin dinero, sufres de no disfrutas del dinero que hoy tienes.

Por temor de sufrir porque tu hijo de un mal paso, sufres la pena de verlo sobreprotegido e inmaduro, incapaz de dar un paso por si mismo.

Por temor de sufrir la perdida de un hijo cuando crece, sufres por verlo a tu lado fracasado.

Por temor de sufrir la despedida de tus muertos, sufres el dolor interminable de las muertes no aceptadas.

El temor sano al sufrimiento es una señal de alarma, que suena a tiempo para que evites el dolor innecesario.

El temor enfermizo al sufrimiento es una alarma que suena constantemente,
te impide vivir y te causa sufrimientos evitables .

ANONIMO

El origen del temor

Entrevista – Eckhart Tolle

Pregunta: Mencionaste el miedo como una parte de nuestro subyacente dolor emocional básico. ¿Cómo surge el miedo, y por qué la gente tiene tanto miedo en su vida? Y también, ¿no hay acaso cierto grado de temor que es sólo una sana protección? Si no le tuviese temor al fuego, podría acercar mi mano al fuego y quemarme.

Eckhart: El motivo por el cual no pones tu mano en el fuego no es el temor: es porque sabes que te quemarás. No necesitas el temor para evitar un peligro innecesario: sólo un mínimo de inteligencia y de sentido común. Para asuntos tan prácticos, resulta útil aplicar las lecciones aprendidas en el pasado. Ahora bien: si alguien te amenaza con fuego o con violencia física, puede que experimentes algo parecido al temor. Te encogerás instintivamente ante el peligro, pero esto no es el estado psicológico de temor del que estoy hablando. El estado psicológico de temor o miedo está divorciado de cualquier peligro concreto, inmediato y verdadero. Surge de muchas formas: intranquilidad, preocupación, ansiedad, nerviosismo, tensión, pavor, fobia, etcétera. Este tipo de miedo psicológico siempre se refiere a algo que podría pasar, no a algo que esté pasando ahora. Tú estás en el aquí y el ahora, mientras tu mente se va al futuro. Esto genera una brecha de ansiedad. Y si te hallas identificado con tu mente y has perdido contacto con el poder y simpleza del Ahora, esa brecha de ansiedad te acompaña continuamente. Siempre podrás enfrentarte con el momento presente, pero no puedes hacerlo con algo que es sólo una proyección mental: no puedes enfrentar satisfactoriamente el futuro. Además, mientras sigas identificado con tu mente, el ego será quien dirige tu vida -como señalé antes-. A pesar de sus elaborados mecanismos de defensa y debido a su naturaleza fantasmal, el ego es muy vulnerable e inseguro, y se siente continuamente amenazado.

Dicho sea de paso, esto es así aún cuando el ego se muestre muy seguro de sí mismo en el exterior. Ahora bien: recuerda que una emoción es la reacción del cuerpo a la mente. ¿Qué mensaje recibe continuamente el cuerpo desde el ego -el yo falso construido por la mente-? Peligro -estoy en peligro. Y, ¿cuál es la emoción que se genera con este mensaje continuo?

Por supuesto, el temor.

El miedo parece tener muchas causas.

Miedo a la pérdida, miedo al fracaso, miedo a ser dañado, etcétera, pero a final de cuentas, todo temor es el miedo que el ego siente frente a la posibilidad de morir, de desaparecer. Para el ego, la muerte siempre se halla a la vuelta de la esquina.

En este estado de identificación con la mente, el temor a la muerte afecta todos los aspectos de tu vida. Por ejemplo, incluso un asunto que aparentemente es tan trivial y «normal», como la necesidad de tener la razón en una discusión y lograr que la otra persona sea la que está equivocada -defender la posición mental con la que te has identificado- se debe al temor a la muerte. Si te identificas con una postura mental y te hallas en un error, se le presenta una seria amenaza de aniquilación a tu sensación de ti mismo basada en tu mente. Así pues, tú -como ego- no puedes darte el lujo de estar equivocado. Estar equivocado es morir.

A partir de esto se han peleado guerras y han naufragado un sinnúmero de relaciones de pareja. Una vez que te has des-identificado de tu mente, para tu sensación de ti mismo da lo mismo que estés en lo correcto o equivocado, así que la necesidad fuertemente compulsiva y profundamente inconsciente de estar en lo correcto, de tener la razón -que es una forma de violencia- ya no seguirá presente.

Puedes expresar con claridad y firmeza lo que sientes o piensas, pero no habrá agresividad o defensividad en esto. Tu sensación de ti mismo surge entonces de un lugar más profundo y verdadero en tu interior, no desde tu mente. Vigila la aparición de cualquier defensividad en tu interior.

¿Qué estás defendiendo? Una identidad ilusoria, una imagen en tu mente, una entidad ficticia. Si haces consciente este patrón, si eres un testigo cuando ocurre, te des-identificas de él. A la luz de tu consciencia, se diluirá rápidamente el patrón inconsciente. Este es el fin de todas las discusiones y de todos los juegos de poder, que resultan tan corrosivos en las relaciones humanas. El poder sobre otros es debilidad disfrazada de fortaleza.

El verdadero poder se halla en tu interior, y está a tu alcance ahora.

Así que cualquiera que se halle identificado con su mente y, por tanto, desconectado de su real poder, de su yo más profundo enraizado en el Ser, tendrá el temor como compañero continuo. La cantidad de gente que ha trascendido la mente es aún extremadamente escasa, así que puedes partir de la base de que prácticamente todas las personas que conoces o con las que te encuentras viven en un estado de temor. Sólo varía la intensidad del miedo.

Fluctúa entre la ansiedad y el espanto -en un extremo de la escala- y una vaga incomodidad y sensación distante de amenaza en el otro. La mayoría de las personas sólo toma consciencia de este temor cuando éste asume una de sus formas más pronunciadas.

El ego buscando su completitud

Otro aspecto del dolor emocional es que parte intrínseca de la mente egótica es una sensación muy enraizada de carencia o incompletitud, de no estar entero. En algunas personas, esto es consciente; e otras, inconsciente.

Si es consciente, se manifiesta como la sensación intranquilizadora y constante de no ser valioso o suficientemente bueno (no estar a la altura de lo deseable). Si es inconsciente, sólo se sentirá indirectamente, como una intensa ansia, deseo y necesidad. En uno u otro caso, la gente entra con frecuencia en una búsqueda compulsiva de auto-gratificación y cosas con las cuales identificarse, con el fin de llenar este hoyo que sienten en su interior. Así, buscan compulsivamente las posesiones, el dinero, el éxito, el poder, el reconocimiento o una relación de pareja especial, esencialmente para poder sentirse mejor consigo mismos, sentirse más completos. Pero aún si logran todas estas cosas, pronto descubren que el hoyo vacío aún está allí y que no tiene fondo. Entonces se encuentran en reales aprietos, porque ya no se pueden engañar a sí mismos. Más bien, pueden hacerlo -y de hecho lo hacen-, pero se vuelve más difícil. Mientras la mente egótica siga dirigiendo tu vida, no podrás sentirte realmente a tus anchas; no podrás estar en paz o sentirte pleno excepto por breves instante, -cuando obtengas lo que deseabas o se satisfaga un anhelo-. Puesto que el ego es una sensación de sí mismo «derivada», necesita identificarse con cosas externas.

Necesita defensa y alimentación continua. Las identificaciones más comunes del ego guardan relación con las posesiones, el trabajo que haces, el status social y el reconocimiento, el saber y la educación, la apariencia física, habilidades especiales, relaciones con los demás, historia personal y familiar y sistemas de creencias; y, con frecuencia, también identificaciones colectivas, como por ejemplo, políticas, nacionalistas, raciales o religiosas. Ninguna de éstas eres tú. ¿Encuentras eso atemorizante? ¿O acaso es un alivio saber esto? Tarde o temprano tendrás que renunciar a todas estas cosas. Quizás aún lo halles difícil de creer, y por cierto que no te estoy pidiendo que creas que tu identidad no se encuentra en ninguna de estas cosas. Llegarás a saber por ti mismo la verdad que hay en esto.

A más tardar, lo sabrás cuando la muerte se acerque. La muerte te despoja de todo aquello que no eres tú. El secreto de la vida es «morir antes de que te mueras» -y descubrir que la muerte no existe-